En santa Gemita sorprende su actitud mística: reza con la simplicidad de una niña y la profundidad de un teólogo. Supera las más terribles dificultades, dejándose conducir por su ángel de la custodia de cerca para mantener su alma cándida, ceñida al propósito de no apartarse de la santidad. Gemita fue una joven italiana que mantuvo una gran familiaridad con Jesús, la Virgen María y su Ángel de la Guarda, recibiendo dones y gracias que elle creía no merecer.