Los treinta y tres ángeles que Anselm Grün describe en este libro desean hacer que nuestra vida sea más fácil. Ellos no nos hacen exhortaciones morales ni nos exigen realizar trabajos complicados. Más bien están a nuestro lado, pues habitan en el fondo de nuestra alma. Los ángeles nos ponen en contacto con las facultades que están dispuestas en nuestra alma, pero que debido al estrés al que nos sometemos se encuentran sepultadas. El ángel de la liviandad o de la sencillez no se enfrenta de manera violenta con el estrés para llegar hasta las facultades que yacen en el fondo de nuestra alma. Él, simplemente, contempla la pesada carga que nos agobia y la levanta de forma juguetona, con facilidad y con humor. Extiende sus alas y deja que el peso vuele hacia arriba; lo hace liviano y lo eleva por sobre el diario vivir, para que deje de agobiarnos.