Fue dado a conocer el mensaje del Papa Francisco para la XXXIII Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el próximo 11 de febrero. En el contexto del Jubileo 2025, la Iglesia recuerda la importancia de la esperanza como un pilar fundamental para enfrentar las adversidades de la enfermedad. De este modo, inspirándose en las palabras de san Pablo, «La esperanza no defrauda» (Rm 5,5), el documento reflexiona sobre cómo la fe se convierte en una fortaleza en medio de la tribulación. Aunque el sufrimiento físico y emocional pueda ser desconcertante, se destaca la necesidad de buscar en Dios el apoyo y la gracia para atravesar estas pruebas.
El texto señala también tres aspectos claves en la experiencia del sufrimiento: el encuentro, el don y el compartir. En primer lugar, la enfermedad es vista como una oportunidad de encuentro con Dios, quien, a través de Jesús, se solidariza con el dolor humano. Este encuentro transforma al creyente, ayudándolo a descubrir una fuerza interior que proviene de la fe y que lo sostiene en las tempestades de la vida.
En segundo lugar, se aborda el sufrimiento como una ocasión para recibir el don de la esperanza. Este don, nacido de la resurrección de Cristo, ofrece la certeza de que nada puede separarnos del amor de Dios, ni siquiera las pruebas más difíciles. La esperanza, entonces, no es solo una aspiración terrenal, sino una conexión con la eternidad que ilumina incluso los momentos más oscuros.
El tercer aspecto es el compartir, donde el sufrimiento se convierte en un espacio de encuentro humano y espiritual. Los enfermos, sus familiares, médicos y cuidadores son presentados como “ángeles de esperanza”, que se enriquecen mutuamente a través de gestos de amor, comprensión y proximidad. Estos momentos, aunque marcados por el dolor, revelan la belleza de la solidaridad y el auténtico sabor de la vida.
Finalmente, el mensaje concluye con un llamado a valorar la dignidad de quienes sufren y a reconocer su rol especial en el Jubileo. La Iglesia agradece y encomienda a los enfermos y a quienes los asisten a la Virgen María, Salud de los enfermos, destacando el poder de la oración como una fuente inagotable de consuelo y fortaleza. Este testimonio de fe y esperanza trasciende los límites del dolor individual, convirtiéndose en un ejemplo para toda la sociedad.
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