Un recorrido esencial para reconocer la imagen de Dios y la relación con él en el cristianismo latinoamericano. El autor se reafirma en el Dios único que no “podemos dar por su- puesto” y que lo demás son proyecciones nuestras. Bucea en la historia de ese Dios en América Latina y va dibujando los rostros de Dios: el Dios del Evangelio, Dios imperial, el de la disciplina y el culto. Y después el de la restauración de la cristiandad, en su doble faceta dogmatica y de espiritualidad. Trigo repara en el Dios de la humanidad que propuso el Concilio y fue recibido por Medellín; “no el que actuó en el pasado y fijó normas y pautas inmutables, sino el que actúa en nuestra historia propiciando condiciones humanas de vida y que se convierte en el Liberador para superar lo que dificulta ese proceso humanizador”