Amado e invocado preferentemente por los humildes y necesitados, el venerable san Antonio de Padua, perteneciente a la primera generación de los Frailes Menores, contenía siendo en nuestros días uno de los santos más populares de la Iglesia Católica. Hace ocho siglos curaba las enfermedades, resucitaba a los muertos, convertía a los herejes y alivianaba el bolsillo de los ricos en provecho de los probares. Desde entonces su nombre no ha perdido vigencia y su memoria es evocada constantemente por los católicos.