Este viernes 21 de julio los obispos oraron por la paz, la reconciliación y la unidad en el país; en una Misa con ocasión de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado en Chile. “Pedimos que quienes tienen información acerca de hechos y víctimas, en nombre de Dios, háganla saber porque es camino y modo para aliviar el sufrimiento de muchos”, solicitó el cardenal Aós en su homilía.
La Eucaristía se desarrolló en la Casa de ejercicios espirituales de Padre Hurtado, al finalizar la semana de retiro del Episcopado nacional -en la que participaron la mayor parte de los obispos en ejercicio y algunos obispos eméritos- el que fue predicado por el cardenal Daniel Sturla sdb, arzobispo de Montevideo (Uruguay).
En la oportunidad, los obispos quisieron pedir al Señor por la Patria, no sólo por los desafíos presentes, sino también los de nuestra historia en el contexto de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, encomendando a la Virgen del Carmen a todo el pueblo chileno.
Al iniciar su homilía, el cardenal Arzobispo de Santiago, Celestino Aós OFMCap; abordó el tema del pecado, recordando que en la misa “al encontrarnos con Jesucristo resucitado que muestra las llagas ya gloriosas, nos damos cuenta de que nuestros actos no son sólo quebrantamiento de un código de urbanidad o convivencia, no sólo son un daño para el vecino”, agregando que el daño más grande es quitar la vida “cuando aún es un embrión o cuando tiene 33 años, cuando se lo elimina porque nos parece demasiado viejo o enfermo”.
“Quitar la vida, o quitar la dignidad, con la tortura, la degradación, el destierro o el extrañamiento, negándole la justicia o cometiendo injusticias contra su persona. etc. Hay errores, hay actuaciones que son imperfectas y dolorosas por nuestra limitación y superficialidad. Pero hay más: hay en nosotros maldad, pecado. Nosotros tenemos fe: hemos pecado contra Dios; “he pecado contra el cielo y contra ti” es la confesión que prepara el hijo pródigo: he pecado contra el cielo, contra Dios. Hoy, Señor, te pedimos perdón por nuestros pecados, porque nos opusimos o retrasamos tú plan de salvación”, imploró el obispo.
Luego, el pastor enfatizó que “orar es amar, orar pidiendo perdón es amar a Dios y a los demás, y amar a Chile. Somos sacerdotes en el plan de Dios, para ofrecer sacrificios por sus propios pecados y por los pecados del pueblo”, añadiendo que la misión primera de los obispos es rezar y desde la oración iluminar el futuro: “¿a dónde queremos ir? E iluminar el presente. Esto ¿va a ayudar a sanar? O seguimos haciendo lo mismo, cuando han pasado ya 50 años”.
“Somos mensajeros de la Buena Nueva, queremos y debemos compartir el gozo del Evangelio. Llevamos el Evangelio del perdón y la reconciliación. Y eso exige arrepentimiento, deseo de reparar el daño causado, y propósito de no volver a cometer ese pecado. Conversión. Nuestro pecado es grande, las páginas son negras. Mientras se trabajaba con generosidad por la reconciliación, por la paz, otros seguirán abusando y delinquiendo. El pecado no fue cosa de un día, ni del tiempo pasado; también hoy, y de muchas maneras estamos en pecados. Todos estamos ensuciados, pero eso no puede servir como excusa sino como revulsivo para avanzar y mejorar”, manifestó el arzobispo.
Celestino Aós también destacó que cada persona debe poner de su parte en esa tarea: “nuestros gobernantes y legisladores y jueces revisen sus modos, nuestros políticos y comunicadores busquen y respeten la verdad. Los sacerdotes y los religiosos, y nosotros los obispos proclamemos y vivamos el Evangelio de la verdad y del amor y del perdón, de la justicia y la misericordia. ¿somos más justos? ¿somos más misericordiosos? El evangelio es claro y exigente: tú pon verdad, tu pon justicia, tú se honesto, tu ama; Ama, a tus enemigos”.
Junto con ello, el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, en el contexto de la Eucaristía a 50 años del Golpe de Estado en el país, manifestó que “como obispos ofrecemos nuestro servicio de acogida, respeto, silencio y secreto, pero pedimos que quienes tienen información acerca de los hechos y de las víctimas, en nombre de Dios, háganla saber porque es camino y modo para aliviar el sufrimiento de muchos”.
Asimismo, el cardenal recordó que “muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos rezaron, dieron ayuda a víctimas directas y a tantas otras víctimas indirectas y que entraron en la pobreza, la marginación etc., aconsejaron. ¿Pudimos hacer más? ¿Era mejor hacerlo de otro modo? Pedimos perdón por lo que teníamos que hacer y no hicimos, pedimos perdón por lo que hicimos mal, pedimos perdón por haber guardado silencio cuando debimos hablar, o haber hablado mal, juzgado y condenado”.
Luego, el obispo animó a ser sembradores de justicia, honradez, respeto, y colaboración, relevando que hoy “nos toca iluminar el presente: hemos ofrecido nuestro aporte a los Constituyentes, y seguiremos ofreciendo el gozo del evangelio, la verdad que poseemos y que libera, aunque duela”, recordando a sus hermanos en el Episcopado: “somos obispos, nos toca enfocar la vida desde el evangelio, nos toca ofrecer guía y ánimo a los fieles y a la sociedad. Somos padres de todos”.
“Todos estamos convocados en esta hora grande y hermosa de nuestra historia a ofrecer nuestro aporte, a dar lo mejor de nosotros mismos para construir un Chile mejor. No piense que los otros son quienes harán. Los otros pondrán lo suyo, y nosotros debemos poner lo nuestro. Como la Virgen María, Madre de Jesús y Madre de todos nosotros; a sus pies nos reconocemos “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”, concluyó el arzobispo Celestino Aós.