Andrés R. M. MOTTO, CM
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Queridas amigas, queridos amigos que la paz de Jesús traiga a nuestro mundo, con su resurrección, alegría a nuestros corazones y la podamos compartir.
Les narro que pasé la Semana Santa en León, España. Estaba dando retiro espiritual provincial a un grupo de Hijas de la Caridad y de paso compartía con ellas y con un grupo de laicos las celebraciones de la Semana Santa. Ya terminado el retiro y disponiendo de dos días para visitar la ciudad, escucho por la radio que el papa Francisco había fallecido, era el 21 de abril de 2025.
Ante este acontecimiento les presento una breve reflexión sobre este Papa que sin llegar a ser un revolucionario fue un reformador. Sus aportes fueron notables: nos llevó por caminos de misericordia, de ecología integral, de esperanza, de paz, de fraternidad, de Sinodalidad y especialmente priorizó el trabajo a favor de los pobres. Se enfrentó a grupos conservadores de gran poder como el Sodalicio, la Orden de Malta, el Opus Dei, así como a obispos principescos. Todos estos logros también convivieron con algunas de sus limitaciones, su terquedad y su falla al elegir a varios de sus colaboradores. Creo que tenía defectos parecidos a Juan Pablo II. Me explico, el papa polaco hizo una opción por grupos conservadores, pero muchas veces no promovió a lo mejor del conservadurismo, sino a varias personas lamentables. El Papa del fin del mundo hizo una opción más progresista y evangélica. Pero en bastantes casos no impulsó a lo mejor del progresismo, sino a personas que estaban muy por debajo de sus cargos.
Dentro de pocos días comenzará el Cónclave para la elección del nuevo papa. Creo que será una elección difícil, ya que los grupos conservadores, acostumbrados a tener el poder, harán lo posible y lo imposible por volver a presidir. Por su parte, el progresismo tendrá que ver cómo continuará, profundizará y mejorará los cambios propuestos por Francisco. Además, a mi entender, dentro de los cardenales no parece haber (ni de un grupo ni del otro) figuras que marquen un claro liderazgo.
Creo que lo fundamental es ser fieles al proyecto liberador de Jesús que vino a traer vida en abundancia. Que no vino a llenar a las personas de culpas, sino a ayudar para que cada uno logre su mejor versión, dentro de un mundo que debe incluir. Por ahora nos toca esperar, rezar y pensar qué modelo de Iglesia queremos construir. Claro está, aceptando una sana diversidad. El Cónclave nos dirá quién será el nuevo obispo de Roma, mientras tanto, nosotros sigamos evangelizando con una prudencia audaz que nos lleve a transformar inteligentemente estructuras que no ayudan a la vida.