Este primer domingo de octubre, en las celebraciones eucarísticas, se tiene presente variadas connotaciones. Es la Palabra de Dios la que ilumina cada una de ellas y ofrece los contenidos para su celebración. La mesa de la Palabra es rica este día en perspectivas, especialmente el Evangelio de Mateo 21, 28-32, un sí con convicción y luego consecuencia.
Entre los aspectos a tener presente importa el inicio del Mes de la Familia y de las Personas Mayores, que comprende todo octubre, nos aprestamos a vivirlo con el lema inspirador: “La alegría del amor”. Su inicio coincide felizmente con el Día Internacional de las Personas Mayores. Por ello -a nivel arquidiocesano- se ha unido esta doble intención y se denomina el mes de octubre en sus aspectos pastorales: Mes de la Familia y de las Personas Mayores. Acertada decisión de las Comisiones respectivas, pues anhelamos tener presente en nuestras familias a las Personas Mayores, manifestándoles aprecio, gratitud y deseos de seguir contando con sus valiosos aportes en la edificación de la sociedad, como de las comunidades eclesiales.
Celebramos en este domingo la tradicional Fiesta Chica en honor de la Virgen del Rosario de Andacollo. Nos unimos en oración para dar gracias a Dios por la vida que suscita en la Arquidiócesis e implorar su bondad por el presente y el porvenir de esta jurisdicción eclesiástica. Son variados los desafíos -tanto pastorales como de otro orden-, por ello, nuestra plegaria en comunión ante la sagrada imagen de la Chinita de Andacollo, solicitando su invaluable custodia, protección e intercesión.
El Evangelio que se proclama en las celebraciones es de Mateo 21, 28-32, un pasaje breve, denso y muy significativo. Se trata de un hombre que tenía dos hijos. Manifiesta al primero su deseo que vaya a trabajar a su viña:
“el hijo respondió: No quiero; pero luego se arrepintió y fue” (v 29). Al segundo pidió lo mismo: “Éste respondió: Ya voy, señor; pero no fue” (v 30). El Señor contrapone a los dirigentes de Israel con los publicanos y prostitutas, que tienen mala fama, pero que numerosos de ellos han acogido el mensaje de Juan el Bautista: “Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el Reino de Dios. Porque vino Juan, enseñando el camino de la justicia, y no le creyeron, mientras que los recaudadores de impuestos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, aun después de verlo, no se han arrepentido ni le han creído” (vv 31-32).
La enseñanza de Jesús estaba dirigida a las clases dirigentes de Israel, pero también para los discípulos de aquel entonces, de todos los tiempos y también para nosotros. Responder afirmativamente, vale decir, pronunciar un sí, puede ser sencillo y hasta no costar demasiado, más difícil es conjugar nuestras afirmaciones con la fe vivida.
Acogemos esta parábola del Señor con sentimientos de gratitud y nos preguntamos en su presencia: si respondemos no al Señor, pero luego nos arrepentimos y vamos, o le respondemos sí, pero no vamos. Lo importante en nuestro camino de discípulos misioneros del Señor es que respondamos un sí con convicción y luego actuemos en consecuencia.
René Rebolledo Salinas, Arzobispo de La Serena.