Santos Pedro y Pablo, aps. (S). Rojo.
Gloria. Credo. Prefacio propio.
La fe es la base de la Iglesia
El evangelio de esta fiesta nos habla de que la fe en Jesús, Cristo e Hijo de Dios, es la base de la Iglesia. Para muchos la Iglesia es lo que dicen los medios de comunicación. Últimamente han saciado su hambre de escándalos y excesos con total abundancia.
Lo que siempre devuelve a la Iglesia la estabilidad y la renovación es la vuelta a lo esencial: a Pedro y Pablo, lo que ellos aprendieron de Jesucristo y nos entregaron.
La fe en Jesús, en la que Pedro confirma a sus compañeros Apóstoles, es, en primer lugar, un don de Dios. Cuando recibimos la fe, en algún momento de nuestra vida, recibimos un regalo que nos gratifica, nos sostiene durante nuestra existencia y nos congrega como comunidad.
La fe es mucho más que estar convencidos de que Cristo es el Hijo de Dios hecho hombre, de que somos hijos de Dios y de que Dios es el creador de todas las cosas. Tener fe es confiar en Dios aun cuando no lo sintamos en nuestro corazón, sabernos llamados por nuestro nombre y aceptar la misión única e irrepetible, que él tiene para cada uno de nosotros.
Pedro fue llamado por su nombre, se abandonó en Dios, se dejó llenar por su espíritu y se entregó a la voluntad del Padre. Por eso, fue nuevamente llamado: Jesús lo nombró fundamento de la Iglesia y le encomendó una misión: todo lo que ates en la Tierra será atado en el cielo y viceversa… y con él a sus sucesores.
La misión que le fue entregada a Pedro fue la de fortalecer la fe de sus hermanos y asumir esta responsabilidad en una Iglesia en la que cada uno tiene el deber de pensar por sí mismo y la libertad de expresarse, el coraje de vencer todos los obstáculos y transmitir el valor de la salvación a todos los hombres.
Hoy, la Iglesia asume la misma tarea que en sus inicios: anunciar el evangelio de Cristo. Pero, para comunicarlo, antes hay que amarlo, amar a los destinatarios y amar al creador de ese mensaje. Así fueron Pedro y Pablo en su tiempo.
“Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16).
P. Aderico Dolzani, ssp.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Estos hombres, durante su vida terrena, plantaron la Iglesia con su sangre, bebieron el cáliz del Señor y llegaron a ser amigos de Dios.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: Celebramos, hoy, la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, las máximas columnas de la Iglesia. Pedro a quien Jesús constituyó fundamento de su Iglesia y Pablo que cumplió la misión de llevar la fe cristiana a los pueblos paganos.
PRIMERA LECTURA Hech 12, 1-11
Guía: Escuchemos cómo Pedro es liberado de la cárcel mientras la comunidad reza por él.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar a Pedro. Eran los días de “los panes ázimos”. Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él. La noche anterior al día en que Herodes pensaba hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas, y los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión. De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: “¡Levántate rápido!”. Entonces las cadenas se le cayeron de las manos. El Ángel le dijo: “Tienes que ponerte el cinturón y las sandalias”, y Pedro lo hizo. Después le dijo: “Cúbrete con el manto y sígueme”. Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía tener una visión. Pasaron así el primero y el segundo puesto de guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él. Pedro, volviendo en sí, dijo: “Ahora sé que realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el pueblo judío”. Palabra de Dios.
SALMO Sal 33, 2-9
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos. Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia Él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Ángel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en Él se refugian! R.
SEGUNDA LECTURA 2Tim 4, 6-8. 17-18
Guía: Anima y consuela encontrarse con la fe, la confianza y la gratitud de san Pablo ya próximo a su martirio.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación. El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león. El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A Él sea la gloria por los siglos de los siglos! Amén. Palabra de Dios.
ALELUIA Mt 16, 18
Aleluia. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Aleluia.
EVANGELIO Mt 16, 13-19
Guía: El Apóstol Pedro es constituido fundamento de la Iglesia por expreso designio de Jesús.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”. “Y ustedes –les preguntó–, ¿quién dicen que soy?”. Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: La bondad de Dios puso a nuestra disposición todos los bienes de la Tierra. Acompañemos el pan y el vino con el fruto de nuestra generosidad en apoyo de las obras pontificias.
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
Guía: La eucaristía alimenta nuestra fe en la Iglesia, y nuestros esfuerzos por permanecer fieles a sus enseñanzas. Con alegría, vayamos a recibir el Pan de Vida.
DESPEDIDA
Guía: Con alegría, por haber celebrado a los máximos pilares de nuestra fe católica, nos retiramos, cantando.