SANTOS INOCENTES, mrs. (F). Rojo.
Reseña
Herodes, viéndose burlado por los Magos, ordena asesinar a todos los menores de dos años, nacidos en Belén y sus alrededores. La Iglesia honra como mártires y santos a esas víctimas del sanguinario gobernador. Los Santos Inocentes se hacen testigos de Cristo, no de palabra, sino con su sangre. Y, aunque ellos no son conscientes del porqué de su exterminio, el Padre transforma su muerte prematura y el dolor de los suyos en gloria de resurrección y de paraíso. Rogar al Padre que asocie a la pasión de su Hijo el sufrimiento de tantos hijitos suyos, y mezcle su virginal sangre con la sangre inocente de Jesús en cada eucaristía, de modo que les sirva de bautismo de sangre, que les abra el paraíso, y ellos contribuyan a nuestra salvación y la del mundo entero.
LECTURA 1Jn 1, 5–2, 2
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos hermanos: La noticia que hemos oído de Dios y que nosotros les anunciamos, es ésta: Dios es luz, y en Él no hay tinieblas. Si decimos que estamos en comunión con Él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad. Pero si caminamos en la luz, como Él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Palabra de Dios.
Comentario: San Juan nos invita a caminar en la luz, vale decir, en la comunión con Dios y a alejarnos de las oscuridades del pecado. Quien vive en la luz y en la verdad reconoce humildemente sus pecados, y se dispone al perdón otorgado por Jesucristo, nuestro defensor ante el Padre. Y confesando nuestras culpas estamos más abiertos a Dios y a nuestros semejantes.
SALMO Sal 123, 2-5. 7-8
R. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando los hombres se alzaron contra nosotros, nos habrían devorado vivos cuando ardió su furor contra nosotros. R.
Las aguas nos habrían inundado, un torrente nos habría sumergido, nos habrían sumergido las aguas turbulentas. R.
La trampa se rompió y nosotros escapamos. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R.
ALELUIA
Aleluia. A ti, Dios, te alabamos y cantamos; a ti, Señor, te alaba la brillante multitud de los mártires. Aleluia.
EVANGELIO Mt 2, 13-18
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: «Desde Egipto llamé a mi hijo». Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías: «En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen».
Palabra del Señor.
Comentario: Hoy celebramos a estos niños que mueren, sin saberlo, a causa de Jesucristo. El objetivo de Herodes no eran ellos, sino Jesús nacido de la familia del rey David. En este contexto aparece nuevamente José, esposo de María, que recibe el mensaje de proteger al Hijo de Dios y arriesgando todo logra salir hacia Egipto. Un camino conocido para Israel, de esclavitud y de salvación.