Santos Ángeles Custodios (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: Éx 23, 20-23; Sal 90, 1-6. 10-11; Mt 18, 1-5. 10.
Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan constantemente el rostro del Padre. De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles. Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, págs. 328-336).
Lectura del libro de Nehemías.
En el mes de Nisán, el vigésimo año del reinado de Artajerjes, siendo yo el encargado del vino, lo tomé y se lo ofrecí al rey. Como nunca había estado triste en su presencia, el rey me preguntó: «¿Por qué tienes esa cara tan triste? Tú no estás enfermo. Seguramente hay algo que te aflige». Yo experimenté una gran turbación, y dije al rey: «¡Viva el rey para siempre! ¿Cómo no voy a estar con la cara triste, si la ciudad donde están las tumbas de mis padres se encuentra en ruinas y sus puertas han sido consumidas por el fuego?». El rey me dijo: «¿Qué es lo que quieres?». Yo me encomendé al Dios del cielo, y le respondí: «Si es del agrado del rey y tú estás contento con tu servidor, envíame a Judá, a la ciudad donde están las tumbas de mis padres, para que yo la reconstruya». El rey, que tenía a la reina sentada a su lado, me dijo: «¿Cuánto tiempo durará tu viaje y cuándo estarás de regreso?» Al rey le pareció bien autorizar mi partida, y yo le fijé un plazo. Luego dije al rey: «Si el rey lo considera conveniente, se me podrían dar cartas para los gobernadores del otro lado del Éufrates, a fin de que me faciliten el viaje a Judá. También podrían darme una carta para Asaf, el supervisor de los parques del rey, a fin de que me provea de madera para armar las puertas de la ciudadela del Templo, para las murallas de la ciudad y para la casa donde voy a vivir». El rey me concedió todo eso, porque la mano bondadosa de mi Dios estaba sobre mí.
Palabra de Dios.
Comentario: Nehemías tenía un puesto de confianza y responsabilidad en la corte persa, similar a la de José en Egipto o Daniel en Babilonia; su audacia y valentía hacen que los reyes lo autoricen a regresar a Jerusalén para reconstruir el muro. Nehemías es un estímulo para considerar qué hacer para mejorar la vida y las relaciones entre todos.
R. ¡Que no me olvide de ti, Ciudad de Dios!
Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. En los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras. R.
Allí nuestros carceleros nos pedían cantos, y nuestros opresores, alegría: «¡Canten para nosotros un canto de Sión!» R.
¿Cómo podíamos cantar un canto del Señor en tierra extranjera? Si me olvidara de ti, Jerusalén, que se paralice mi mano derecha. R.
Que la lengua se me pegue al paladar si no me acordara de ti, si no pusiera a Jerusalén por encima de todas mis alegrías. R.
Aleluia. Considero todas las cosas como desperdicio, con tal de ganar a Cristo y estar unido a Él. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!». Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios».
Palabra del Señor.
Comentario: Dos personas pretenden seguir a Jesús, pero él los disuade; a otra persona, en cambio, Jesús lo llama y es él quien presenta sus excusas. Esta aparente contradicción nos dice que no basta con ofrecerse, hay que contar con las motivaciones adecuadas. No alcanza con el entusiasmo, sino que se requiere una respuesta incondicional para cumplir con la misión encomendada.