Domingo nace en Caleruega (España) en el año 1170, de la noble familia Guzmán. Su madre, la beata Juana de Aza, embarazada de él, profetiza: “Mi hijo será fiel a la fe y llevará en alto, como una antorcha, la doctrina de Cristo, que hará conocer a los hombres de todas las razas”. Y se cumplió. Jovencito aún, entra en los canónigos regulares. Vive una tierna devoción a la Virgen María. A él se debe la oración del rosario. Viajando por Francia, constata los estragos que en la fe del pueblo hacen los herejes albigenses. Y en el año 1215, funda la orden de los frailes predicadores, dominicos, que se expanden rápidamente por toda Europa y por el mundo. Realizan una gran labor evangelizadora, que abarca diversas áreas: enseñanza, medios de comunicación, obras sociales y, sobre todo, la promoción de la justicia y la paz. Domingo, agotado por el trabajo y las penitencias, fallece el 6 de agosto del año 1221, en su convento de Boloña (Italia).