Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (S). Blanco.
Gloria. Secuencia (optativa). Credo. Prefacio de la Eucaristía.
Cuando Jesús cambió el pan por carne
En el largo discurso del pan de vida, Jesús se ha definido a sí mismo como “yo soy el pan bajado del cielo”. Los judíos por eso lo critican. Lo conocen como el hijo de José y María, criado en Nazaret.
Frente a esa crítica, Jesús responde subiendo el tono y dice de sí mismo: “Yo soy el pan de vida. El que come este pan vivirá eternamente”. Inmediatamente, él cambia la palabra pan por carne. “El pan que yo les daré es mi carne para la vida del mundo”.
Los judíos enseguida se dan cuenta de que Jesús ya no habla del pan de la Palabra y se impresionan al escuchar “comer mi carne”. Para ellos, en la Biblia, esa expresión también indica violencia y destrucción. En esa época, estaba terminantemente prohibido, por las leyes judías, beber sangre.
Jesús no hablaba de convertirnos al canibalismo. Estaba revelando una manera novedosa de hacerse presente y permanecer entre nosotros.
Sabemos que carne y sangre implican el hombre entero y no solo dos partes de un cuerpo. El evangelio también dice que Jesús, al instituir la eucaristía, se refiere a su cuerpo para indicarse a sí mismo.
Como hijos de Dios, nos nutrimos con el alimento que él instituyó como verdadero. Sobre todo, cuando recibimos el Cuerpo y la Sangre de Jesús en la comunión, y nos hermanamos con él y con toda la comunidad.
Dios se instala en cuerpo y en alma y entre nosotros, alimenta nuestro espíritu y nos da fuerzas para seguir en el camino del amor.
En la eucaristía, está presente no solamente el cuerpo resucitado de Jesús, sino también toda su persona, sus afectos, sus pensamientos, su historia.
Por eso, es fundamental que lo recibamos con fe para, así, lograr, con él, una verdadera unión íntima que nos hermane con todos los creyentes.
“El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 56).
P. Aderico Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La Solemnidad del “Cuerpo y Sangre de Cristo” nos hace revivir la presencia real de Cristo en la eucaristía y nos recuerda la nueva Alianza sellada con la sangre de Cristo. Es signo de fraternidad.
PRIMERA LECTURA Deut 8, 2-3. 14-16
Guía: Moisés recuerda al Pueblo cómo Dios lo protegió en el desierto y lo alimentó con el maná, que anticipaba misteriosamente el pan de la eucaristía.
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo diciendo: Acuérdate del largo camino que el Señor, tu Dios, te hizo recorrer por el desierto durante esos cuarenta años. Allí él te afligió y te puso a prueba, para conocer el fondo de tu corazón y ver si eres capaz o no de guardar sus mandamientos. Te afligió y te hizo sentir hambre, pero te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que el hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor. No olvides al Señor, tu Dios, que te hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud, y te condujo por ese inmenso y temible desierto, entre serpientes abrasadoras y escorpiones. No olvides al Señor, tu Dios, que en esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca, y en el desierto te alimentó con el maná, un alimento que no conocieron tus padres. Palabra de Dios.
SALMO Sal 147, 12-15. 19-20
R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!
O bien: Aleluia.
¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. R.
Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.
SEGUNDA LECTURA 1Cor 10, 16-17
Guía: Pablo recuerda con apasionamiento que, como el pan es uno, así nosotros que nos alimentamos del único pan que es Cristo debemos conservar la unidad.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan. Palabra de Dios.
SECUENCIA
Esta secuencia es optativa. Si se la canta o recita, puede decirse íntegra o en forma breve desde “Este es el pan de los ángeles”.
Glorifica, Sión, a tu Salvador, aclama con himnos y cantos a tu Jefe y tu Pastor. Glorifícalo cuanto puedas, porque él está sobre todo elogio y nunca lo glorificarás bastante. El motivo de alabanza que hoy se nos propone es el pan que da la vida. El mismo pan que en la cena Cristo entregó a los Doce, congregados como hermanos. Alabemos ese pan con entusiasmo, alabémoslo con alegría, que resuene nuestro júbilo ferviente. Porque hoy celebramos el día en que se renueva la institución de este sagrado banquete. En esta mesa del nuevo Rey, la Pascua de la nueva alianza pone fin a la Pascua antigua. El nuevo rito sustituye al viejo, las sombras se disipan ante la verdad, la luz ahuyenta las tinieblas. Lo que Cristo hizo en la Cena, mandó que se repitiera en memoria de su amor. Instruidos con su enseñanza, consagramos el pan y el vino para el sacrificio de la salvación. Es verdad de fe para los cristianos que el pan se convierte en la carne, y el vino, en la sangre de Cristo. Lo que no comprendes y no ves es atestiguado por la fe, por encima del orden natural. Bajo la forma del pan y del vino, que son signos solamente, se ocultan preciosas realidades. Su carne es comida, y su sangre, bebida, pero bajo cada uno de estos signos, está Cristo todo entero. Se lo recibe íntegramente, sin que nadie pueda dividirlo ni quebrarlo ni partirlo. Lo recibe uno, lo reciben mil, tanto estos como aquel, sin que nadie pueda consumirlo. Es vida para unos y muerte para otros. Buenos y malos, todos lo reciben, pero con diverso resultado. Es muerte para los pecadores y vida para los justos; mira cómo un mismo alimento tiene efectos tan contrarios.
Cuando se parte la hostia, no vaciles: recuerda que en cada fragmento está Cristo todo entero. La realidad permanece intacta, sólo se parten los signos, y Cristo no queda disminuido, ni en su ser ni en su medida.
*Éste es el pan de los ángeles, convertido en alimento de los hombres peregrinos: es el verdadero pan de los hijos, que no debe tirarse a los perros. Varios signos lo anunciaron: el sacrificio de Isaac, la inmolación del cordero pascual y el maná que comieron nuestros padres. Jesús, buen Pastor, pan verdadero, ten piedad de nosotros: apaciéntanos y cuídanos; permítenos contemplar los bienes eternos en la tierra de los vivientes. Tú, que lo sabes y lo puedes todo, tú, que nos alimentas en este mundo, conviértenos en tus comensales del cielo, en tus coherederos y amigos, junto con todos los santos.
ALELUIA Jn 6, 51
Aleluia. “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente”, dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Jn 6, 51-58
Guía: El discurso de Jesús, a partir del milagro de los panes, quiere ser un acercamiento a la eucaristía, en la cual se nos da Cristo: en su cuerpo y en su sangre, como prenda de Vida eterna.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?” Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Con los dones del pan y del vino, presentamos nuestra vida, la de nuestros hermanos, sus esperanzas y sacrificios, para que el Señor los transforme con su amor compasivo.
PREPARACIÓN A LA COMUNIÓN
Guía: Dice el Señor:”El come mi Carne y bebe mi Sangre, permanece en mí y yo en él“. No rompamos esa promesa con nuestros pecados.
DESPEDIDA
Guía: Nos hemos alimentado del mismo pan, hemos bebido del mismo cáliz, hemos oído la misma palabra, junto al mismo altar; vayamos ahora a anunciar con la vida que somos hermanos, que Dios nos ama a todos.