Santa Mónica (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: Ecli 26, 1-4. 13-16; Sal 130, 1-3; Lc 7, 11-17.
Natural de Tagaste (Norte de África), donde nace el año 332. Es muy piadosa y caritativa. En Tagaste la mayoría son paganos. Mónica promete: “Mi esposo será Jesucristo”. Pero sus padres la casan con el noble joven Patricio, pagano despótico, descreído, irritable. Matrimonio difícil para Mónica. Pero ella, tras años de mansedumbre, paciencia, humildad y obediencia heroica, llega al corazón del esposo, que se convierte y muere como buen cristiano. Tienen dos hijos y una hija. Ésta y el hijo menor son el consuelo de su madre. Mas el hijo mayor, Agustín, por su vida licenciosa y por haberse juntado con los herejes maniqueos, constituye la cruz de Mónica. La infatigable madre lo aconseja, ora y sufre por él, y pide a sus familiares y amigos que hagan lo mismo. Un día Agustín desaparece de casa. Siguen días de angustia. Pero en sueños Jesús le dice: “Tu hijo no se perderá: donde tú estés, estará él”. Sale de Tagaste hacia Italia en su busca y lo encuentra en Milán, donde Agustín se convierte y es bautizado por san Ambrosio. De allí marchan a Roma. El año 387, se encuentran en el puerto de Ostia (Italia), para regresar a Tagaste. Pero Mónica se enferma y, cuando estaban para embarcar, muere feliz en los brazos de su Agustín, diciendo: “¿Para qué vivir más? Dios me ha escuchado: ya eres cristiano”.
Antífona de entrada Cfr. Prov 31, 30. 28
La mujer que teme al Señor merece ser alabada; su marido la elogia y sus hijos la felicitan.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, consuelo de los afligidos, que aceptaste con misericordia las lágrimas de santa Mónica por la conversión de su hijo Agustín; te pedimos, por la intercesión de ambos, que sintamos dolor por nuestros pecados y podamos alcanzar la gracia de tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
LECTURA 1Tes 2, 1-8
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Ustedes saben muy bien, hermanos, que la visita que les hicimos no fue inútil. Después de ser maltratados e insultados en Filipos, como ya saben, Dios nos dio la audacia necesaria para anunciarles su Buena Noticia en medio de un penoso combate. Nuestra predicación no se inspira en el error, ni en la impureza, ni en el engaño. Al contrario, Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia, y nosotros la predicamos, procuran do agradar no a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones. Ustedes saben ?y Dios es testigo de ello? que nunca hemos tenido palabras de adulación, ni hemos buscado pretexto para ganar dinero. Tampoco hemos ambicionado el reconocimiento de los hombres, ni de ustedes ni de nadie, si bien, como Apóstoles de Cristo, teníamos el derecho de hacernos valer. Al contrario, fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos.
Palabra de Dios.
Comentario: Hablando de su propia vocación, Pablo traza algunos rasgos sobre cómo se debe comportar el responsable de una comunidad: agradar a Dios y no necesariamente a los hombres, tener la audacia por anunciar la Buena Noticia, amar a sus evangelizados (como una madre) y estar dispuesto a dar la propia vida, siendo fiel al llamado divino.
R. ¡Señor, Tú me sondeas y me conoces!
Señor, Tú me sondeas y me conoces, Tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso, y todos mis pasos te son familiares. R.
Antes que la palabra esté en mi lengua, Tú, Señor, la conoces plenamente; me rodeas por detrás y por delante y tienes puesta tu mano sobre mí; una ciencia tan admirable me sobrepasa: es tan alta que no puedo alcanzarla. R.
ALELUIA Heb 4, 12
Aleluia. La Palabra de Dios es viva y eficaz; discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluia.
EVANGELIO Mt 23, 23-26
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús habló diciendo: ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.
Palabra del Señor.
Comentario: Cuando se concibe la religión como el cumplimiento de algunas leyes, en-tra en conflicto con muchos. Por el contrario, Jesús nos propone una fe abierta al amor, a la misericordia, a la justicia, a la verdad y a los demás. La hipocresía farisea no condice con el discipulado cristiano, porque conduce al fingimiento, la simulación, etc.