Santa Marta (MO). Blanco.
Reseña
Marta es hermana de María y de Lázaro, tres de los grandes amigos de Jesús. San Lucas (10, 41ss) nos hace conocer a Marta como la mujer activa, elocuente y pronta al servicio, un tanto cerrada en sí misma e irritada. Jesús que amaba a los tres hermanos, por ese mismo amor, reprocha a Marta y la invita a conocer la mejor parte de María, quien sentada a sus pies, estaba en actitud de discípula escuchándolo con atención. Le pedimos a Marta que nos enseñe a calmarnos y a profundizar en las razones de nuestro amor y servicio a los demás.
Lectura 1Jn 4, 7-16
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de Él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amamos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. La señal de que permanecemos en Él y Él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él. Palabra de Dios.
Comentario: Este trozo de la carta de Juan es bien conocido, y la liturgia la incorpora en la memoria de santa Marta, aquella mujer que se preocupó por servir a Jesús, en los quehaceres domésticos. Marta nos motiva a realizar las tareas cotidianas por amor a Dios y a los semejantes.
Salmo Sal 33, 2-11
R. ¡Bendeciré al Señor en todo tiempo!
Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor: que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor, alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia Él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán. Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Ángel del Señor acampa en tomo de sus fieles, y los libra. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor! ¡Felices los que en Él se refugian! R.
Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen. Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
ALELUIA Jn 8, 12
Aleluia. «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz de la vida», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio Jn 11, 19-27
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano Lázaro. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora. Dios te concederá todo lo que le pidas». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo». Palabra del Señor.
Comentario: La profesión de fe de Marta es idéntica a la de Simón Pedro (Mt 16,16): “Sí, Señor, creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”. Aunque apesadumbrada por la muerte de su hermano, no dejaba de creer en Jesús y en la Resurrección que prometía.
O bien: Lc 10, 38-42
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada». Palabra del Señor.