Santa Marta (MO). Blanco.
Semana 17ª durante el año – Semana I del Salterio.
Leccionario Santoral: 1Jn 4, 7-16; Sal 33, 2-11; Jn 11, 19-27 (o bien: Lc 10, 38-42).
Reseña
Marta es hermana de María y de Lázaro, tres grandes amigos de Jesús. Viven juntos en Betania y con frecuencia hospedan al Señor. Marta hace de ama de casa, y está en todo, en especial cuando acude Jesús. Un día que el Maestro los visita, Marta corre afanosamente de un lado para otro, preparando la mesa y la comida; mientras María, más tranquila, está sentada junto a Jesús escuchando sus palabras “de vida eterna”. Marta protesta porque María no le ayuda. Y entonces el Maestro le dice: “Marta, Marta, tú te afanas por demasiadas cosas. Pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte, que nadie le arrebatará”. Más que censurar a Marta y elogiar a María, Jesús aprovecha para atraer la atención de ambas hacia lo esencial de la vida: su destino eterno propuesto por la Palabra de Dios. Con motivo de la muerte de Lázaro, Marta le arranca a Jesús aquella esperanzadora promesa: “Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre”. A partir de este hecho, no se tienen más noticias de santa Marta.
Lectura del libro del Éxodo.
Moisés subió al monte Sinaí y allí permaneció cuarenta días y cuarenta noches. Cuando el Señor terminó de hablar con Moisés, le dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra escritas por el dedo de Dios. Moisés emprendió el camino de regreso y bajó de la montaña llevando en sus manos las dos tablas del Testimonio, que estaban escritas de un lado y de otro. Esas tablas eran obra de Dios, y la escritura grabada sobre ellas era escritura de Dios. Al escuchar el ruido de las aclamaciones que profería el pueblo, Josué dijo a Moisés: “Hay gritos de guerra en el campamento”. Pero Moisés respondió: “No son cantos de victoria, ni alaridos de derrota; lo que oigo son cantos de coros alternados”. Cuando Moisés estuvo cerca del campamento y vio el ternero y las danzas, se enfureció, y arrojando violentamente las tablas que llevaba en sus manos, las hizo añicos al pie de la montaña. Después tomó el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta pulverizarlo. Luego esparció el polvo sobre el agua, y se la hizo beber a los israelitas. Moisés dijo a Aarón: “¿Qué te ha hecho este pueblo para que lo indujeras a cometer un pecado tan grave?” Pero Aarón respondió: “Te ruego, Señor, que reprimas tu enojo. Tú sabes muy bien que este pueblo está inclinado al mal. Ellos me dijeron: «Fabrícanos un dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto». Entonces les ordené: «El que tenga oro que se desprenda de él». Ellos me lo trajeron, yo lo eché al fuego, y salió este ternero”. Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: “Ustedes han cometido un gran pecado. Pero ahora subiré a encontrarme con el Señor, y tal vez pueda expiar ese pecado. Moisés fue a encontrarse nuevamente con el Señor y le dijo: Por desgracia, este pueblo ha cometido un gran pecado, ya que se han fabricado un dios de oro. ¡Si Tú quisieras perdonarlo, a pesar de esto…! Y si no, bórrame por favor del Libro que Tú has escrito”. El Señor le respondió: “Yo borraré de mi Libro al que ha pecado contra mí. Y ahora vete. Lleva a este pueblo hasta el lugar que Yo te indiqué: mi ángel irá delante de ti. Y cuando llegue el momento, los visitaré para castigarlos por su pecado”.
Palabra de Dios.
Comentario: Moisés se había quedado hablando con Dios, y al regreso se encuentra que el pueblo había fabricado un dios de metal. Cuán pronto olvida el decálogo y más que nada aquella fidelidad prometida a Dios. ¿Cuánto duran nuestros buenos propósitos? ¿No estaremos repitiendo esta historia de decir con la boca sí y con nuestra vida no?
R. ¡Den gracias al Señor, porque es bueno!
En Horeb se fabricaron un ternero, adoraron una estatua de metal fundido: así cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come pasto. R.
Olvidaron a Dios, que los había salvado y había hecho prodigios en Egipto, maravillas en la tierra de Cam y portentos junto al Mar Rojo. R.
El Señor amenazó con destruirlos, pero Moisés, su elegido, se mantuvo firme en la brecha para aplacar su enojo destructor. R.
ALELUYA Sant 1, 18
Aleluya. El Padre ha querido engendrarnos por su Palabra de verdad, para que seamos como las primicias de su creación. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús propuso a la gente esta parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad, ésta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas”. Después les dijo esta otra parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa”. Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin ellas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: «Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo».
Palabra del Señor.
Comentario: Las dos parábolas nos muestran cómo el Reino de Dios nace desde la humildad y crece lentamente con la gracia y el esfuerzo diario. Como las semillas y las plantas, el Reino necesita ser protegido de aquellos que viven preocupados demasiado por sí mismos, por la ambición, por el poder y el dinero, antes que por el servicio.