Santa María Magdalena (MO). Blanco.
Reseña
Nacida en Magdala, ciudad situada a orillas del lago de Galilea. Muchos la confunden con la mujer pecadora que lava los pies de Jesús (Lc 7, 36-50), mientras que su nombre se encuentra entre otras mujeres que seguían a Jesús (Mc 15, 41) y al pie de la cruz (Jn 19, 25); además es una de las primeras que se encuentra con el Resucitado (Mt 28, 1; Jn 20, 1. 18) convirtiéndose en anunciadora de la resurrección a los Apóstoles. Que María Magdalena nos motive con su ejemplo a encontrarnos con Jesús y anunciarlo con valentía.
LECTURA Cant 3, 1-4
Lectura del Cantar de los Cantares.
Así habla la esposa: En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: «¿Han visto al amado de mi alma?» Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. Palabra de Dios.
Comentario: Sorprende este lenguaje en la Biblia. ¿Se tratará de un amor humano o tendrá algo del divino? Creemos que contiene las dos dimensiones. En este caso se aplica a María Magdalena quien se encontró con el Maestro y lo supo amar como verdadero Dios y verdadero ser humano.
SALMO Sal 62, 2-6. 8-9
R. ¡Mi alma tiene sed de ti, Señor!
Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti; por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.
Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. R.
Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. R.
Veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas. Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene. R.
ALELUIA
Aleluia. Dinos, María Magdalena: ¿qué viste en el camino? He visto el sepulcro del Cristo viviente y la gloria del Señor resucitado. Aleluia.
EVANGELIO Jn 20, 1-3. 11-18
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el cuidador del huerto, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: «¡María!» Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!» Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre y Padre de ustedes; a mi Dios y Dios de ustedes”». María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que Él le había dicho esas palabras. Palabra del Señor.
Comentario: Aún no había amanecido y María Magdalena sale al sepulcro en búsqueda de su Amado, como la esposa de la primera lectura. Ella es la primera persona que se encuentra con Jesús resucitado, quien le pide ir a los Apóstoles a darles la buena nueva. ¿Lo buscamos y anunciamos?