Santa Águeda, v. y mr. (MO). Rojo.
Leccionario Santoral: 1Cor 1, 26-31; Sal 30, 3-4. 6. 8. 16-17; Lc 9, 23-26.
Prefacio de las santas vírgenes y mártires.
Reseña: Águeda nació en Catania (Italia) hacia el año 230. A los 15 años decide seguir el camino de las vírgenes consagradas. Sobre ella se conocen varias historias, no fáciles de conjugar. A ciencia cierta, a principio del siglo IV, sufrió el martirio por no aceptar la propuesta de matrimonio siendo por ello malvadamente tratada, amputándosele sus pechos. Una razón por la cual entra en la lista de los mártires es que pronto fue venerada por la gente. Y hacia fines del siglo V o VI su nombre, junto con el de santa Lucía, aparecen en el Canon del rito romano, ambrosiano y ravenés.
LECTURA Ecli 47, 2-11
Lectura del libro del Eclesiástico.
Como se aparta la grasa del sacrificio de comunión, así fue elegido David entre los israelitas. Él jugó con leones como si fueran cabritos y con osos como si fueran corderos. ¿Acaso, siendo joven, no mató a un gigante y extirpó el oprobio del pueblo, cuando lanzó una piedra con la honda y abatió la arrogancia de Goliat? Porque él invocó al Señor, el Altísimo, que fortaleció su brazo para exterminar a un guerrero poderoso y mantener erguida la frente de su pueblo. Por eso, lo glorificaron por los diez mil, y lo alabaron por las bendiciones del Señor, ofreciéndole una diadema de gloria. Porque él destruyó a los enemigos de alrededor y aniquiló a sus adversarios, los filisteos, quebrando su poderío hasta el día de hoy. En todas sus obras rindió homenaje al Santo Altísimo, con palabras de gloria; cantó himnos de todo corazón, mostrando su amor por su Creador. Estableció cantores delante del altar, para que entonaran cantos melodiosos; dio esplendor a las fiestas, y ordenó perfectamente las solemnidades, haciendo que se alabara el santo Nombre del Señor y que resonara el Santuario desde el alba. El Señor borró sus pecados y exaltó su poderío para siempre, le otorgó una alianza real y un trono de gloria en Israel. Palabra de Dios.
Comentario: El Eclesiástico resalta la personalidad del rey David quien, más allá de sus pecados, “rindió homenaje al Santo Altísimo” y demostró “su amor por su Creador”. Es necesario tomar conciencia que nadie es perfecto y, cuando se reconoce los propios límites, es cuando agradamos a Dios.
SALMO Sal 17, 31. 47. 50. 51
R. ¡Te alabaré entre las naciones, Señor!
El camino de Dios es perfecto, la promesa del Señor es digna de confianza. El Señor es un escudo para los que se refugian en Él. R.
¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Glorificado sea el Dios de mi salvación! Por eso te alabaré entre las naciones y cantaré, Señor, en honor de tu Nombre. R.
Él concede grandes victorias a su rey y trata con fidelidad a su Ungido, a David y a su descendencia para siempre. R.
ALELUIA Cfr. Lc 8, 15
Aleluia. Felices los que retienen la palabra de Dios con un corazón bien dispuesto y dan fruto gracias a su constancia. Aleluia.
EVANGELIO Mc 6, 14-29
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en Él poderes milagrosos». Otros afirmaban: «Es Elías». Y otros: «Es un profeta como los antiguos». Pero Herodes, al oír todo esto, decía: «Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado». Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano». Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le aseguró bajo juramento: «Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella fue a preguntar a su madre: «¿Qué debo pedirle?» «La cabeza de Juan el Bautista», respondió esta. La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: «Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron. Palabra del Señor.
Comentario: La muerte de Juan el Bautista demuestra cómo el poder cuando no es servicio se convierte en corrupción. Herodes admiraba a Juan, pero sus palabras no habían cambiado su persona. De allí que de hecho no valorizaba tanto la vida del profeta como agradar a su concubina y convidados.