San Vicente de Paúl, p. (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: 1Cor 1, 26-31; Sal 111, 1-9; Mt 9, 35-38.
Vicente nace en una familia campesina de Pouy (Francia), en el año 1581. A los 19 años es ordenado sacerdote. Navega por el Mediterráneo, y es capturado y despojado por piratas. Pasa dos años prisionero en Túnez (África). Allí convierte a su patrón, que lo deja libre. Vuelto a París, hace de capellán en la corte real, y a la vez se dedica a evangelizar a los prisioneros que reman en las naves, y a los campesinos pobres. Funda la Congregación de la Misión, los vicentinos o paúles. Suele decir: “No me basta amar a Dios si no amo a mi prójimo. Los pobres son mi peso y mi dolor”. Se dedica también a la formación del clero y funda un seminario menor y otro mayor. Con santa Luisa de Marillac, funda las Hijas de la Caridad, y luego la rama masculina, los Siervos de los Pobres. En París erige un instituto para niños huérfanos. Afirma que “los pobres sufren más por falta de organización para llevarles ayuda, que por falta de personas que quieran ayudar”. Vicente, “hombre-para-los-otros”, de una actividad e interioridad sorprendentes, sube a la gloria eterna en París el 27 de septiembre del año 1660, y es canonizado en el año 1737.
Lectura de la profecía de Ageo.
El segundo año de Darío, rey de Persia, el día veintiuno del séptimo mes, la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos: «Di a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, a Josué, hijo de lehosadac, el Sumo Sacerdote, y al resto del pueblo: ¿Queda alguien entre ustedes que haya visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿No es como nada ante sus ojos? ¡Ánimo, Zorobabel! ?oráculo del Señor?. ¡Ánimo, Josué, hijo de lehosadac, Sumo Sacerdote! ¡Ánimo, todo el pueblo del país! ?oráculo del Señor? ¡Manos a la obra! Porque Yo estoy con ustedes ?oráculo del Señor de los ejércitos? según el compromiso que contraje con ustedes cuando salieron de Egipto, y mi espíritu permanece en medio de ustedes. ¡No teman! Porque así habla el Señor de los ejércitos: Dentro de poco tiempo, Yo haré estremecer el cielo y la tierra, el mar y el suelo firme. Haré estremecer a todas las naciones: entonces afluirán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa, dice el Señor de los ejércitos. ¡Son míos el oro y la plata! ?oráculo del Señor de los ejércitos?. La gloria última de esta Casa será más grande que la primera, dice el Señor de los ejércitos, y en este lugar Yo daré la paz».
Palabra de Dios.
Comentario: La tarea de la reconstrucción del Templo había comenzado y algunos se desaniman, al comparar el antiguo esplendor del Templo con lo que estaba ahora quedando. En este contexto, a estos, el profeta Ageo los anima asegurándoles que la Gloria del Señor seguirá presente, incluso, con mayor fuerza, en la sencillez de la actual versión.
R. Espero en el Señor y le daré gracias.
Júzgame, Señor, y defiende mi causa contra la gente sin piedad; líbrame del hombre falso y perverso. R.
Si Tú eres mi Dios y mi fortaleza, ¿por qué me rechazas?¿Por qué tendré que estar triste, oprimido por mi enemigo? R.
Envíame tu luz y tu verdad: que ellas me encaminen y me guíen a tu santa Montaña, hasta el lugar donde habitas. R.
Y llegaré al altar de Dios, el Dios que es la alegría de mi vida; y te daré gracias con la cítara, Señor, Dios mío. R.
Aleluia. El Hijo del hombre vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un día en qué Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó:«¿Quién dice la gente que soy Yo?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy Yo?» Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y Él les ordenó terminantemente que no lo anunciaran a nadie, diciéndoles: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús prepara a sus discípulos para su pasión, muerte y resurrección con un sondeo sobre aquello que pensaba la gente, y ellos mismos, acerca de él. Pedro es el único que respondió bien porque el Espíritu lo iluminaba. También hoy, si no nos dejamos iluminar por el Espíritu de Dios equivocaremos el camino. ¿Cuántas veces al día o al mes invocamos su asistencia?