San Pío X, papa (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: 1Tes 2, 2-8; Sal 88, 2-5. 21-22. 25. 27; Jn 21, 1. 15-17.
José Melchor, su nombre de pila, nace en Riese (Italia) en el año 1835, de familia humilde. Recibe la comunión a los 11 años, y pronto siente el llamado al sacerdocio. Su párroco le consigue una beca e ingresa en el seminario, donde destaca por su aplicación y conducta. En el año 1858 es ordenado sacerdote. Desempeña diversos cargos, cada uno de los cuales dura nueve años: vicepárroco, párroco, canónigo, director espiritual del seminario, obispo, patriarca de Venecia y cardenal. En el año 1903 es elegido Papa, con el nombre de Pío X, el único cargo en que permanece 2 años más que en los anteriores. Es uno de los grandes Papas. Su lema: “Restaurar todo en Cristo a fin de que Cristo sea todo y esté en todo”. Es el Papa de la eucaristía: recomienda comulgar incluso a diario y adelanta la primera comunión de los doce a siete años. Promueve la catequesis y escribe el llamado Catecismo de Pío X. Corren tiempos difíciles; pero él sentencia: “No podemos temblar por el futuro de la Iglesia. Su fuerza es divina… y contamos con la experiencia de siglos”. Pasa al banquete eterno el 20 de agosto del año 1914, llevando la triple corona de la pobreza, la humildad y la bondad.
Lectura del libro de los Jueces.
Se reunieron todos los señores de Siquém y todo Bet Miló, y fueron a proclamar rey a Abimélec, junto a la encina de la piedra conmemorativa que está en Siquém. Cuando le llevaron la noticia a Jotám, éste se puso en la cima del monte Garizím, y gritó con voz potente: «Escúchenme, señores de Siquém, y que Dios los escuche a ustedes: Los árboles se pusieron en camino para ungir a un rey que los gobernara. Entonces dijeron al olivo: “Sé tú nuestro rey”. Pero el olivo les respondió: “¿Voy a renunciar a mi aceite con el que se honra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?”. Los árboles dijeron a la higuera: “Ven tú a reinar sobre nosotros”. Pero la higuera les respondió: “¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme por encima de los árboles?” Los árboles dijeron a la vid: “Ven tú a reinar sobre nosotros”. Pero la vid les respondió: “¿Voy a renunciar a mi mosto que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?”. Entonces, todos los árboles dijeron a la zarza: “Ven tú a reinar sobre nosotros”. Pero la zarza respondió a los árboles: “Si de veras quieren ungirme para que reine sobre ustedes, vengan a cobijarse bajo mi sombra; de lo contrario, saldrá fuego de la zarza y consumirá los cedros del Líbano”».
Palabra de Dios.
Comentario: Puede haber una falsa humildad cuando no se quiere despojar de las propias bondades por hacerse cargo del bien común; esta comodidad permite hacer crecer la ambición de la zarza quien acepta ser rey de las plantas y dominarlas a su antojo. Nunca será bueno pretender ser más de lo que somos, ni menos el no hacernos cargo de lo que la realidad misma nos exige.
SALMO Sal 20, 2-7
R. ¡El rey se regocija por tu fuerza, Señor!
Señor, el rey se regocija por tu fuerza, ¡y cuánto se alegra por tu victoria! Tú has colmado los deseos de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. R.
Porque te anticipas a bendecirlo con el éxito y pones en su cabeza una corona de oro puro. Te pidió larga vida y se la diste: días que se prolongan para siempre. R.
Su gloria se acrecentó por tu triunfo, Tú lo revistes de esplendor y majestad; le concedes incesantes bendiciones, lo colmas de alegría en tu presencia. R.
ALELUIA Heb 4, 12
Aleluia. La Palabra de Dios es viva y eficaz; discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: «Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo». Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: «¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?» Ellos les respondieron: «Nadie nos ha contratado». Entonces les dijo: «Vayan también ustedes a mi viña». Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: «Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros». Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: «Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada». El propietario respondió a uno de ellos: «Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?» Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.
Palabra del Señor.
Comentario: Quienes trabajamos por el Reino sabemos que somos simples servidores, y que no trabajamos por un sueldo. Dios es el dueño y paga a su medida, muy diversa a la de este mundo. Por de pronto percibimos que él no contabiliza sólo el tiempo, sino el amor, la fe y la dedicación entregada.