San Juan es el benjamín de los Doce, y es el discípulo predilecto de Jesús. Joven y agraciado, pero íntegro y radical como su hermano Santiago. A ellos el Maestro los llama “hijos del trueno”. Ellos piden a Jesús que los deje abrasar con fuego del cielo a los samaritanos por negarles alojamiento.
Juan prepara con Pedro el Cenáculo y en la Última Cena reclina su cabeza sobre el pecho de Cristo. Es el único discípulo que está al pie de la cruz, donde escucha las entrañables palabras del Maestro crucificado: “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”. Es el primero de los Doce que llega al sepulcro del Resucitado.
Valiéndose de su intimidad con Jesús y con María, escribe el cuarto evangelio, tres cartas y, en su destierro de Patmos, redacta el Apocalipsis, libro lleno de misterio y esperanza, fruto de su altísima contemplación. Su mensaje era: “Dios es vida, luz, padre, amor”. Es el único Apóstol que no fue martirizado, aunque sí sometido a crueles tormentos bajo el emperador Domiciano.
Fue el último de los Doce en reunirse con el Resucitado en la Gloria, entre el año 100 y 104, en Éfeso, a donde se retiró con la Virgen María, después de la Ascensión de Jesús.