San Ignacio de Loyola, presbítero (MO). Blanco
Leccionario Santoral: 1Cor 10, 32-11, 1; Sal 33, 2-11; Lc 14, 24-33.
Nace en el año 1491, en Azpeitia, España. Su nombre vasco de pila, Iñaki, en castellano Ignacio, del latín Ignatius, que significa “fuego encendido”. Hizo honor a su nombre, pues su obra encendió en el mundo el fuego con que Cristo deseaba ardiera. Ignacio es soldado, convertido, ermitaño y peregrino. Es un pobre que evangeliza y da sus “ejercicios espirituales”, estudiante entrado en años y profesor en la universidad de París. Allí conoce y “recluta”, como buen capitán, a los amigos con los que funda la Compañía de Jesús. Capta las necesidades y exigencias de su época y se codea con intelectuales de primera categoría. Usa términos militares para su “orden”: “ejercicios”, “compañía”, “bandera”. Pero es un hombre de una gran ternura humana. El secreto de su éxito: los Ejercicios, esa experiencia espiritual donde el Espíritu puede plasmar al hombre según la voluntad de Dios. Su regla de oro: “Pedir lo que quiero”, cuando se quiere lo que Dios quiere. Los jesuitas son los religiosos más calumniados. Un papa suprimió la Compañía y otro la reconstituyó. Pero ahí sigue en todo el mundo con fidelidad a su lema inagotable: “Para mayor gloria de Dios”. En el año 1556, sin testigo alguno, desde su mesa de trabajo en Roma, el gran fundador de la Compañía de Jesús, pasó a la “compañía de Jesús” en el paraíso.
LECTURA Éx 34, 29-35
Lectura del libro del Éxodo.
Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor. Al ver lo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercarse a él. Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón y todos los jefes de la comunidad, y él les habló. Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí. Cuando Moisés terminó de hablarles, se cubrió el rostro con un velo. Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con Él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado, y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor.
Palabra de Dios.
Comentario: Sobresale el hecho de cómo Dios se revela a Moisés; luego del encuentro, su rostro queda radiante, y tiene que cubrirse con un manto. Todo encuentro con Dios es transformante, sea hacia adentro como hacia fuera; con todo, no todos logran percibirlo e interpretarlo, como luego reflexionará san Pablo (2Cor 3, 12-18).
R. ¡Santo eres, Señor Dios nuestro!
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, adórenlo ante el estrado de sus pies. ¡Santo es el Señor! R.
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaban su Nombre, clamaban al Señor y Él les respondía. R.
Dios les hablaba desde la columna de nube; ellos observaban sus mandamientos y los preceptos que les había dado. R.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios, y adórenlo en su santa Montaña: el Señor, nuestro Dios, es santo. R.
ALELUYA Jn 15, 15
Aleluya. «Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre», dice el Señor. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la multitud: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
Palabra del Señor.
Comentario: Ambas parábolas dejan en claro que para entrar en el Reino de Dios es necesario vender nuestros egoísmos, odios, peleas, brujerías, malos deseos, abuso de los demás, etc. Por el contrario, será bueno encontrar dónde comprar el servicio, el amor, la armonía, la fraternidad, etc. Seguramente este descubrimiento será un logro espiritual.