San Ignacio de Antioquía, o., y mr. (MO). Rojo.
Leccionario Santoral: Flp 3, 17-4, 1; Sal 33, 2-9; Jn 12, 24-26.
Fue el segundo sucesor de san Pedro como obispo de Antioquía (Siria). Hacía honor a su nombre Ignacio (Ignatius, de fuego). Fue un gran pastor, de agudísimo ingenio, apasionado por Cristo y por el hombre. Siguiendo el ejemplo de san Pedro, centró su vida y su iglesia en Cristo Eucaristía. Cuando el emperador Trajano (98-117) organizó festejos en Roma por su victoria en Dacia, decretó que los cristianos debían ofrecer uno de los mejores espectáculos, echándolos a las fieras en el circo. Fueron arrestados los principales jerarcas cristianos, y entre ellos Ignacio, que fue conducido a Roma encadenado, en u largo calvario, con ochenta años y enfermo. Y a quienes intentaban salvarlo del martirio, les dijo: “…Dejen que me inmole, ahora que el altar está preparado”. En el año 107 fue literalmente molido por las fieras, mereciéndole la corona del martirio.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Sabemos que la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley. Por la fe en Jesucristo, viene la justicia de Dios para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús. Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe. De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia: en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, y en el tiempo presente, siendo justo y justificando a los que creen en Jesús. ¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguno. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque nosotros estimamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras dula Ley. ¿Acaso Dios es solamente el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los paganos? Evidentemente que sí, porque no hay más que un solo Dios.
Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo deja claro que así como todos han pecado, sean judíos o paganos, todos reciben “gratuitamente” la salvación. A partir de Jesucristo, todo es gracia y ya nadie podrá jactarse por sus méritos, como lo entendían los fariseos –Pablo lo había sido? creyendo que la salvación se alcanzaba por el mero cumplimiento (obras) de la Ley.
R. ¡En ti se encuentra la misericordia, Señor!
Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.
Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: « ¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: “Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos”. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden». Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús culmina con las recriminaciones a los dirigentes religiosos; acusa a los fariseos y a los doctores de la Ley de haber matado a los profetas y de creerse dueños del saber divino; por esto se irritan y comienzan a acusarlo. La intención de Jesús, por el contrario, era demostrarles sus falsas prácticas religiosas y advertirles que están cerrando a muchos las puertas de la fe.