San Gregorio Magno, Pa. y d. (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: 2Cor 4, 1-2. 5-7; Sal 95, 1-3. 7-8. 10; Lc 22, 24-30.
Nace en el año 540, de una familia noble. Su padre se llama Jordano, y su madre Silvia (se celebra el 5 de noviembre), que luego es canonizada. A los 33 años es nombrado prefecto de la ciudad Roma, el más alto cargo civil. Pronto renuncia a sus responsabilidades civiles distribuyendo sus bienes a los monasterios por él fundados. El papa Pelagio II lo ordena diácono y lo envía a Constantinopla como Nuncio Apostólico. De regreso a Roma en el año 586, es nombrado abad del monasterio de san Andrés. Pelagio lo nombra secretario suyo. En el año 590, el Papa muere víctima de una epidemia, y Gregorio le sucede como Papa. Contemplativo y enfermizo, desarrolla una actividad sorprendente. Durante 13 años gobierna la Iglesia con “sabiduría, justicia, mansedumbre, fuerza, iniciativa y tolerancia”, y los dos últimos años la rige postrado en una camilla. Su gran actividad como escritor, evangelizador y Papa, le han merecido el título de “Magno”. Salva a Roma del invasor Agilulfo. Es el primer Papa que se autodefine “Siervo de los siervos de Dios”. En el año 604, pasa a la compañía eterna del Buen Pastor.
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Hermanos: En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar. Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios. Porque Dios no nos destinó para la ira, sino para adquirir la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a Él. Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo.
Palabra de Dios.
Comentario: Pablo utiliza “términos” de otros textos bíblicos para hablar sobre el imprevisible día final: ladrón, dolores de parto y destrucción. Como cristianos, sabemos que ninguna realidad de esta vida es definitiva… Este mundo y nuestra misma vida terrenal terminarán. En lo personal lo inmortal comenzará cuando pasemos a vivir junto a Dios, en la otra vida.
R. ¡Contemplaré la bondad del Señor!
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? R.
Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: vivir en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su Templo. R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor. R.
ALELUIA Lc 7, 16
Aleluia. Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!»Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
Palabra del Señor.
Comentario: Así como antes no había cedido a las tentaciones en el desierto, ahora Jesús expulsa al demonio de una persona poseída. Se comporta como un exorcista revestido de una autoridad que despierta admiración. Los que creemos en Jesús, como hijos de Dios, hemos recibido también la gracia de rechazar al maligno y la potestad de liberar a los que están esclavizados por el mal.