San Francisco Javier, p. (MO). Blanco.
Leccionario santoral: 1Cor 9, 16-19. 22-23; Sal 116, 1-2; Mc 16, 15-20. Prefacio de los Pastores.
Reseña: Nace el 7 de abril del año 1507 en Navarra (España). Las diversiones y las guerras marcan su juventud. Cuando llega la paz, estudia humanidades en la Sorbona (París), donde conoce a Ignacio de Loyola y, a través de él, es tocado por Jesús (Mc 8, 36): “¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?”. Francisco elige ganarla. Forma parte de los siete que, con san Ignacio, comienzan la Compañía de Jesús. En el año 1531 parte a la India. Fallece el 3 de diciembre del año 1552, mientras se dirigía a la China. Es Patrono de las misiones.
LECTURA Is 30, 19-21. 23-26
Lectura del libro de Isaías.
Así habla el Señor: Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: Él se apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá. Cuando el Señor les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios ojos. Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: “Este es el camino, síganlo, aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda”. El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que produzca el terreno será rico y sustancioso. Aquel día, tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los asnos que trabajen el suelo comerán forraje bien sazonado, aventado con el bieldo y la horquilla. En todo monte elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua, el día de la gran masacre, cuando se derrumben las torres. Entonces, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa –como la luz de siete días el día en que el Señor vende la herida de su pueblo y sane las llagas de los golpes que le infligió. Palabra de Dios.
Comentario: El Señor se compadece de su Pueblo, escuchándolo desde sus lágrimas. Se corre el riesgo de encerrarnos en nuestros problemas y ahogarse en un vaso de agua, sin esperar el consuelo que Dios quiere darnos. Si tenemos fe, tarde o temprano, encontraremos una respuesta suya.
SALMO Sal 146, 1-6
R. ¡Felices los que esperan en el Señor!
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué agradable y merecida es su alabanza! El Señor reconstruye a Jerusalén y congrega a los dispersos de Israel. R.
Sana a los que están afligidos y les venda las heridas. Él cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por su nombre. R.
Nuestro Señor es grande y poderoso, su inteligencia no tiene medida. El Señor eleva a los oprimidos y humilla a los malvados hasta el polvo. R.
ALELUIA
Aleluia. El Señor es nuestro Juez, nuestro Legislador, nuestro Rey: Él nos salvará. Aleluia.
EVANGELIO Mt 9, 35-10, 1. 5a. 6-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha”. Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de sanar cualquier enfermedad o dolencia. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: “Vayan a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuita- mente”. Palabra del Señor.
Comentario: ¿Rezamos al Señor, dueño de la mies, por las vocaciones? Últimamente pareciera que el Señor no escuchara. Faltan sacerdotes y consagrados/as en las múltiples necesidades de las parroquias y capillas. En toda comunidad, el Espíritu hace surgir vocaciones, carismas y ministerios. Basta pedirlas con fe y ser un cristiano creíble.