San Carlos Borromeo, o. (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: Rom 12, 3-13; Sal 88, 2-5. 21-22. 25. 27; Jn 10, 11-16.
Semana 31º durante el año – Semana III del Salterio.
Fue el segundo de los varones entre los seis hijos de una familia muy rica. Nació en el castillo de Arona, junto al lago Maggiore, el 2 de octubre del año 1538. Renunció a sus riquezas y se ordenó sacerdote. Llegó a ser arzobispo de Milán y fundó seminarios para formar sacerdotes bien preparados. Redactó para esos institutos una serie de reglamentos, que sirvieron para la organización de otros seminarios. Tuvo una sincera preocupación por los más pobres y con sus colaboradores era amigable, pero exigente. Murió joven y pobre un 4 de noviembre. Fue oficialmente canonizado por Paulo V, el 1 de noviembre del año 1610.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Los dones y el llamado de Dios son irrevocables. En efecto, ustedes antes desobedecieron a Dios, pero ahora, a causa de la desobediencia de ellos, han alcanzado misericordia. De la misma manera, ahora que ustedes han alcanzado misericordia, ellos se niegan a obedecer a Dios. Pero esto es para que ahora ellos también alcancen misericordia. Porque Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! “¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido?” Porque todo viene de Él, ha sido hecho por Él, y es para Él. ¡A Él sea la gloria eternamente! Amén.
Palabra de Dios.
Comentario: El llamado de Dios al pueblo de Israel perdura, más allá de sus infidelidades y sus desobediencias. San Pablo vislumbra aquel día en que el pueblo elegido reconocerá la sabiduría y la ciencia de Dios manifestada en Jesucristo, quien ha traído la misericordia de Dios no sólo para ellos, sino para todos los pueblos de la Tierra.
SALMO Sal 68, 30-31. 33-34. 36-37
R. ¡Respóndeme, Dios mío, por tu gran amor!
Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja: así alabaré con cantos el Nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias. R.
Que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor: porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos. R.
Porque el Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá: el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su Nombre morarán en ella. R.
ALELUIA Jn 8, 31-32
Aleluia. «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos y conocerán la verdad», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!»
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús se dirige a quien lo había invitado a su mesa y le pide que, en otra ocasión, también invite a los pobres, quienes no podrán corresponderle; mientras que quien sí lo recompensará es Dios, en su Reino. Vale decir, el sentar a los pobres, en la misma mesa, significa que no alcanza solamente con hacer obras de caridad con ellos, sino que hay que compartir sus problemas y proyectos.