Bernabé no pertenecía al grupo de los Doce, pero, al igual que Pablo, la Iglesia lo reconoció con el título de apóstol –en griego, enviado–. Fue una figura muy importante en los inicios de la Iglesia. Junto con Pablo, enviados por la comunidad de Antioquía, comenzaron la evangelización del mundo pagano. Alrededor del año 60-61, san Bernabé ya había muerto. Se dice que fue apedreado hasta morir en Salamina. Otra tradición nos lo presenta como predicador en Alejandría y en Roma. Además como primer obispo de Milán.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Les aseguro, por la fidelidad de Dios, que nuestro lenguaje con ustedes no es hoy «sí», y mañana «no». Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que nosotros hemos anunciado entre ustedes –tanto Silvano y Timoteo, como yo mismo– no fue «si» y «no», sino solamente «sí». En efecto, todas las promesas de Dios encuentran su «sí» en Jesús, de manera que por Él decimos «Amén» a Dios, para gloria suya. Y es Dios el que nos reconforta en Cristo, a nosotros y a ustedes; el que nos ha ungido, el que también nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones las primicias del Espíritu.
Palabra de Dios.
Comentario: La fe se concretiza con un decidido “amén” o “sí” a Dios, como invita Pablo a los corintios. Siempre hay quienes no son capaces de dejar sus proyectos y darle a Dios un sí generoso. Con todo, Jesús vino justamente a buscar a los que dijeron no, a quienes espera poder encauzar a su redil.
R. ¡Vuelve tu rostro y ten piedad de mí, Señor!
Tus prescripciones son admirables: por eso las observo. La explicación de tu palabra ilumina y da inteligencia al ignorante. R.
Abro mi boca y aspiro hondamente, porque anhelo tus mandamientos. Vuelve tu rostro y ten piedad de mí; es justo que lo hagas con los que aman tu Nombre. R.
Afirma mis pasos conforme a tu palabra, para que no me domine la maldad. Que brille sobre mí la luz de tu rostro, y enséñame tus preceptos. R.
ALELUYA Mt 5, 16
Aleluya. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que los hombres vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor.
Comentario: La “sal” suele aún usarse para conservar los alimentos, además de darles sabor. La “luz” permite ver cuánto nos rodea. Con estos dos términos, Jesús define la misión del cristiano. El creyente está llamado a aportar en la conservación y al bienestar de la vida y a ser una luz para cuántos deambulan entre dudas y oscuridades.