San Bernabé, ap. (MO). Rojo
Leccionario Santoral: Hech 11, 21-26; 13, 1-3; Sal 97, 1-6; Mt 10, 7-13.
Reseña
Originario de la isla de Chipre. En el libro de los Hechos de los Apóstoles lo encontramos con el nombre de José, y de sobrenombre Bernabé. Se lo define como un hombre virtuoso, lleno del Espíritu Santo. Vendió su campo y llevó el dinero a los Apóstoles. Sin pertenecer al grupo de los Apóstoles, se lo considera uno de ellos. Fue el encargado de presentar a Pablo a la comunidad. Participó activamente en el Concilio de Jerusalén. Desde la comunidad de Antioquía partió con Pablo a evangelizar al mundo pagano. La tradición dice que murió mártir, apedreado en Salamina.
LECTURA 2Cor 3, 15—4, 1. 3-6
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Hasta el día de hoy un velo cubre la inteligencia de los israelitas siempre que leen a Moisés. Pero al que se convierte al Señor, se le cae el velo. Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Nosotros, en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu. Por eso, investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos desanimamos. Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para aquéllos que se pierden, para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús. Porque el mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. Palabra de Dios.
Comentario: Todos los cristianos y, en particular, quiénes animamos las comunidades cristianas estamos llamados a presentar la fe en forma clara y transparente, sin mezclarlas con memorias y tradiciones sin sentido o mezquinos intereses personales.
SALMO Sal 84, 9-14
R. La gloria del Señor habitará en nuestra tierra.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de Él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
ALELUIA Jn 13, 34
Aleluia. «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, así como Yo los he amado», dice el Señor. Aleluia.
EVANGELIO Mt 5, 20-26
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata debe ser llevado ante el tribunal. Pero Yo les digo que todo aquél que se enoja contra su hermano merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquél que lo insulta merece ser castigado por el Tribunal. Y el que lo maldice merece el infierno. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo. Palabra del Señor.
Comentario: El estilo de vida al que Jesús invita a sus discípulos es más simple, pero no menos exigente que el de los fariseos. Seguir a Jesús implica amar, y quien ama cree y quien cree se entrega incondicionalmente al otro y por consiguiente a Dios.