Reseña
Nació en Lisboa (Portugal) en el año 1195, de familia noble. Su nombre de pila era Fernando. A los 15 años ingresó en los Canónigos de San Agustín. Luego pasó a estudiar a Coimbra, donde un día vio llegar los cuerpos martirizados de 5 franciscanos que habían sido enviados al África por Francisco de Asís. Impresionado, pidió ingresar en los franciscanos, esperando alcanzar la gloria del martirio. Cambió su nombre por el de Antonio. Lo enviaron a Marruecos, de donde debió regresar, no martirizado, sino enfermo. Pero en lugar de arribar a España, una tempestad llevó su barco a Italia. En el año 1221 se encontró con san Francisco, que le dijo: “Tu misión es la de predicador”, y le pidió se ordenara sacerdote. Ejerció su ministerio sacerdotal y evangelizador en Italia y Francia. Su palabra arrastraba porque vivía lo que predicaba. En el año 1227 se estableció en Padua. Fue nombrado provincial de los franciscanos del Norte de Italia. Pero a los 36 años, agotado y enfermo, regresó a Padua, donde deseaba morir, y de allí pasó al descanso eterno el 13 de junio del año 1231. Así Fernando de Lisboa pasó a ser Antonio de Padua, pero como “santo de todo el mundo”.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Hasta el día de hoy un velo cubre la inteligencia de los israelitas siempre que leen a Moisés. Pero al que se convierte al Señor, se le cae el velo. Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Nosotros, en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu. Por eso, investidos misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos desanimamos. Si nuestro Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para aquéllos que se pierden, para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús. Porque el mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo.
Palabra de Dios.
Comentario: San Pablo invita a caminar con el “rostro” bien “descubierto”, transparentando a Dios. El cristiano y, en particular, quiénes animan a las comunidades cristianas están llamados a testimoniar la fe, la cual no puede ser presentada como un “barniz” religioso, “encubierta” de memorias y tradiciones sin sentido o motivada por segundas intenciones.
R. La gloria del Señor habitará en nuestra tierra.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de Él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
ALELUYA Jn 13, 34
Aleluya. «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros, así como Yo los he amado», dice el Señor. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata debe ser llevado ante el tribunal. Pero Yo les digo que todo aquél que se enoja contra su hermano merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquél que lo insulta merece ser castigado por el Tribunal. Y el que lo maldice merece el infierno. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús invita a superar el sólo cumplimiento de la Ley proponiendo, a estar predispuestos ir más allá. Seguir a Jesús implica amar, y quien ama también cree y se entrega incondicionalmente al otro y a Dios como un don, convirtiéndose en un agente de comunión y reconciliación.