SAN ANDRÉS, ap. (F). Rojo.
Gloria. Prefacio de los apóstoles.
Fue discípulo de Juan Bautista antes de conocer a Jesús. Después de Pentecostés, no vuelve a ser mencionado en el Nuevo Testamento. El tipo de muerte de san Andrés y el sitio en que murió son también inciertos. La “pasión” apócrifa dice que fue crucificado en Patras de Acaya. Según la Tradición de la Iglesia, la data de su muerte en una cruz, con forma de “X”, lo sitúa antes del siglo IV. No fue clavado a la cruz, sino simplemente atado.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: “El que cree en Él, no quedará confundido”. Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que “todo el que invoque el nombre del Señor se salvará”. Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en Él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de Él? ¿Y cómo oír hablar de Él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice la Escritura: “¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!” Pero no todos aceptan la Buena Noticia. Así lo dice Isaías: “Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?” La fe, por lo tanto, nace de la predicación; y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo. Yo me pregunto: ¿Acaso no la han oído? Sí, por supuesto: “Por toda la tierra se extiende su voz y sus palabras llegan hasta los confines del mundo”.
Palabra de Dios.
Comentario: El papa Francisco comenta parte de este texto en su Encíclica Lumen Fidei (Nº 22): “La fe no es algo privado, una concepción individualista, una opinión subjetiva, sino que nace de la escucha y está destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio”.
R. Resuena su eco por toda la tierra.
El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. R.
Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.
Aleluia. «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres», dice el Señor. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Palabra del Señor.
Comentario: Jesús invita a unos simples pescadores a compartir la vida con él y a cambiar su profesión para que sean pescadores de hombres. Ellos creyeron, lo siguieron y anunciaron el evangelio por todo el mundo. Y todos, como Andrés que hoy celebramos, entregaron su vida como lo hizo su Maestro. Quien se encuentra con él, no puede quedar sin comunicar su fe.