San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor (MO). Blanco.
Leccionario Santoral: Rom 8, 1-4; Sal 118, 9-14; Mt 5, 13-19.
Semana 17ª durante el año – Semana I del Salterio. Inicio del mes de la Solidaridad.
Reseña
Nace en Marianella-Nápoles (Italia) el 27 de septiembre del año 1698. A los 12 años ingresa en la universidad de Nápoles, y a los 16 se laurea, con la máxima puntuación, en derecho civil y eclesiástico. Con diez años de éxitos como abogado, se siente implicado en una causa con oscuros manejos políticos, y decide hacerse sacerdote. Es ordenado a los 28 años en el año 1726. Se dedica a los más abandonados y necesitados de ayuda espiritual y material. Recorre pueblos y aldeas perdidas en varias regiones, donde el clero no llega. Para extender su obra social y evangelizadora, en el año 1732 funda la congregación del Santísimo Redentor (redentoristas). También escribe y deja 111 obras, algunas de las cuales alcanzan cientos de ediciones. En el año 1762 es elegido obispo de Santa Águeda de los Godos; pero a los 13 años renuncia por enfermedad. Y en el año 1787 pasa a recibir el premio eterno. Su obra continúa hoy con más de 5.600 discípulos en más de 60 naciones.
Lectura del libro del Éxodo.
El Señor dijo a Moisés: «Me harás un Santuario y Yo habitaré en medio del pueblo. En la construcción de la Morada y de todo su mobiliario, te ajustarás exactamente a los modelos que Yo te mostraré». Moisés realizó exactamente todo lo que el Señor le había ordenado. En el segundo año, el primer día del primer mes, se procedió a la erección de la Morada. Para ello, Moisés asentó sus bases, colocó sus bastidores, dispuso sus travesaños y levantó sus columnas. Después extendió la carpa por encima de la Morada, y sobre ella colocó la cobertura de la carpa, como el Señor se lo había ordenado. En seguida tomó las tablas del Testimonio y las puso en el arca; sujetó las andas en el arca, y sobre ella colocó la tapa. Entonces condujo el arca hasta el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía y así cubrió el Arca del Testimonio, conforme a la orden que el Señor le había dado. Entonces la nube cubrió la Carpa del Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada. Moisés no podía entrar en la Carpa del Encuentro, porque la nube se había instalado sobre ella y la gloria del Señor llenaba la Morada. En todas las etapas del camino, cuando la nube se alzaba, alejándose de la Morada, los israelitas levantaban el campamento. Pero si la nube no se alzaba, ellos no se movían, hasta que la nube volvía a hacerlo. Porque durante el día, la nube del Señor estaba sobre la Morada, y durante la noche, un fuego brillaba en ella, a la vista de todo el pueblo de Israel. Esto sucedía en todas las etapas del camino.
Palabra de Dios.
Comentario: Dios desea estar cerca de su pueblo y por ello entrega a Moisés las indicaciones para construir la Carpa del Encuentro, donde los israelitas podrán conversar con él. Dios sigue estando presente y cercano por su Palabra, por la eucaristía, en la propia conciencia y en las necesidades de los demás. ¿Lo hemos encontrado?
R. ¡Qué amable es tu Casa, Señor del universo!
Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. R.
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. R.
¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti! Ellos avanzan con vigor siempre creciente. R.
Vale más un día en tus atrios que mil en otra parte; yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios antes que vivir entre malvados. R.
ALELUYA Cfr. Hech 16, 14
Aleluya. Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los Cielos se parece a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?» «Sí», le respondieron. Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».
Palabra del Señor.
Comentario: Luego de la comparación del Reino de los Cielos con una red echada al mar, significando lo anterior que todos estamos invitados por Dios. Quien acepta ser discípulo de Jesús enriquece su experiencia anterior (reserva vieja) con el plus de la fe (reserva nueva) que da aquella alegría que sólo Dios puede dar.