Sagrado Corazón de Jesús (S). Blanco.
Gloria. Credo. Prefacio Propio.
Un corazón que ama, nos enseña a amar
Justamente este corazón que ama y nos enseña a amar es el Corazón de Jesús. Tiene un corazón que ama de modo humano, por su encarnación, y con la fuerza divina por ser el Hijo de Dios.
Durante su vida terrena pudimos ver que se manifestó en la figura del Buen Pastor, que busca la oveja perdida, que contagia con su alegría a sus amigos cuando un pecador se convierte. Se manifestó perdonando, acogiendo a todos y abrazando al que quiera volver al redil.
Hemos visto que el Corazón de Jesús sintió compasión por la gente que lo seguía y que tenía hambre. Se conmovió viendo a la madre que lloraba la muerte de su único hijo. Lloró por la muerte de su amigo Lázaro. Derramó lágrimas sobre Jerusalén que no lo supo escuchar.
Hemos también contemplado al Corazón de Jesús que perdona a los que lo habían colgado en la cruz, y al ladrón arrepentido. Y todo su amor por la gente que lo seguía, o lo odiaba, era posible no sólo por ser el Hijo de Dios, sino porque estaba en continua conexión con su Padre del cielo que lo sostenía en las duras pruebas que le tocó pasar, antes que nosotros.
De este Corazón aprendemos a ser compasivos, misericordiosos, alegres, a salir de nosotros mismos e ir al encuentro del otro… Desde su modo de amar estamos invitados a amar a nuestros semejantes y, en ellos, a Dios.
La primera lectura de hoy justamente nos invita a reconocer que somos su Pueblo y su propiedad; por lo tanto, no podemos transitar por el camino del odio y de los sentimientos de hostilidad que de él se desprenden. Muy por el contrario, en la segunda lectura, san Juan nos invita a conocer a Dios, y sólo amando como él, que nos amó primero, es posible saber de él. Quien ama conoce a Dios.
No somos nosotros los que queremos imitarlo, sino que es él quien nos invita: “Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio” (evangelio de hoy)
Dios les bendiga,
P. Martin Dolzani, ssp.
MOTIVACIÓN DE ENTRADA
Guía: La Iglesia, con esta fiesta, nos invita a considerar el infinito amor de Dios, revelado en Cristo, amor que solicita la respuesta de un amor generoso y entregado.
PRIMERA LECTURA Deut 7, 6-11
Guía: El Señor, a través de Moisés, nos recuerda que nos ha escogido porque nos ama y mantiene su alianza para siempre, pero exige nuestra fidelidad.
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo diciendo: Tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios: Él te eligió para que fueras su pueblo y su propiedad exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. El Señor se prendó de ustedes y los eligió, no porque sean el más numeroso de todos los pueblos. Al contrario, tú eres el más insignificante de todos. Pero por el amor que les tiene, y para cumplir el juramento que hizo a tus padres, el Señor los hizo salir de Egipto con mano poderosa, y los libró de la esclavitud y del poder del Faraón, rey de Egipto. Reconoce, entonces, que el Señor, tu Dios, es el verdadero Dios, el Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones, mantiene su alianza y su fidelidad con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos; pero que no tarda en dar su merecido a aquel que lo aborrece, a él mismo en persona, haciéndolo desaparecer.Por eso, observa los mandamientos, los preceptos y las leyes que hoy te ordeno poner en práctica. Palabra de Dios.
SALMO Sal 102, 1-4. 6-8. 10
R. El amor del Señor permanece para siempre.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo Nombre; bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios. R.
Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura. R.
El Señor hace obras de justicia y otorga el derecho a los oprimidos; él mostró sus caminos a Moisés y sus proezas al pueblo de Israel. R.
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas. R.
SEGUNDA LECTURA Jn 4, 7-16
Guía: El apóstol Juan nos hace la maravillosa revelación: Dios es amor, nos ama, nos ha enviado a su Hijo para revelarnos concretamente ese amor y quiere que permanezcamos en él.
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de Él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. La señal de que permanecemos en Él y Él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él. Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él. Palabra de Dios.
ALELUIA Mt 11, 29
Aleluia. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón. Aleluia.
EVANGELIO Mt 11, 25-30
Guía: Jesús, manso y humilde de corazón, revela los secretos del Reino a los pequeños, a los cansados, a los oprimidos. En él encontramos nuestra paz.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. Palabra del Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Guía: Hoy presentamos los dones del pan y del vino con los mismos sentimientos de Cristo, pidiendo pan para todos los hogares, pero dispuestos a hacernos pan amoroso, como Cristo, para nuestros hermanos.
PREPARACIÓN PARA LA COMUNIÓN
Guía: Comulgando con nuestros hermanos, pedimos poderlos amar con los mismos sentimientos de Cristo.
DESPEDIDA
Guía: De esta fiesta nace (o debe nacer) un compromiso efectivo: con su amor hacia nosotros, Cristo nos muestra cómo debemos amarnos entre nosotros para ser sus testigos creíbles.