De la feria. Verde. Santos Marcelino y Pedro, mrs. (ML). Rojo.
LECTURA Jds 17, 20-25
Lectura de la carta de san Judas.
Queridos hermanos: Acuérdense de lo que predijeron los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Edifíquense a sí mismos sobre el fundamento de su fe santísima, orando en el Espíritu Santo. Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la Vida eterna. Traten de convencer a los que tienen dudas, y sálvenlos librándolos del fuego. En cuanto a los demás, tengan piedad de ellos, pero con cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo. A Aquél que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria, al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén. Palabra de Dios.
Comentario: El mensaje de san Judas es simple: la vida cristiana ha de edificarse sobre la base de la fe. Solo una existencia vivida desde la fe hace posible la vida en el Espíritu, el amor y en consonancia con las enseñanzas de Jesús. Desde esta perspectiva, la esperanza cristiana nos dispone a llevar una vida moral digna de un hijo de Dios.
SALMO Sal 62, 2-6
R. ¡Mi alma tiene sed de ti, Señor!
Señor, Tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.
Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria. Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán. R.
Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre. Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios. R.
ALELUIA Cf. Col 3, 16-17
Aleluia. Que la palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza; dando gracias por Él a Dios Padre. Aleluia.
EVANGELIO Mc 11, 27-33
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Después de haber expulsado a los vendedores del Templo, Jesús volvió otra vez a Jerusalén. Mientras caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acerca ron a Él y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?». Jesús les respondió: «Yo también quiero hacerles una pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas. Díganme: el bautismo de Juan Bautista, ¿venía del cielo o de los hombres?». Ellos se hacían este razonamiento: «Si contestamos: “Del cielo”, Él nos dirá: “¿Por qué no creyeron en Él?”. ¿Diremos entonces: “De los hombres”?». Pero como temían al pue-blo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta, respondieron a Jesús: «No sabemos». Y Él les respondió: «Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas». Palabra del Señor.
Comentario: Jesús está convencido de que sus interlocutores no le creen. Por eso, su respuesta se convierte en una pregunta. Las autoridades judías reconocen su autoridad, pero no su origen. No aceptan una autoridad que se sustente en el servicio a los más pobres y no desde los círculos de poder y de los privilegios.