Siempre se ha dicho que no es fácil superar el escollo de la muerte, y en ese sentido, la obra del cardenal Carlo María Martini es necesaria leerla a la luz de los acontecimientos de la Pascua del Señor para entender qué implica el “morir”. Tanto la pasión, como la muerte y resurrección del Señor son los elementos claves que permiten al autor iluminar lo que debe ser el valor de la vida para el cristiano, y el significado profundo que tiene el paso a la eternidad. La propuesta del cardenal invita a poner la mirada sobre algunos de los momentos que Jesús experimentó a lo largo de sus últimos días, ya que él, como hombre, tuvo que sufrir también la angustia de tener que enfrentar la muerte, más aún sabiendo las circunstancias en las que debía morir. Frente a la muerte, en la cruz, Cristo se sobrepone para, primero, vencer el temor y, finalmente, consolidar su misión: entregar la esperanza de la Vida eterna al género humano.
Según el autor y a ejemplo de Jesús, todos hemos de pasar por la experiencia de la muerte, aunque esta aparente ser el término en parte de nuestro transitar. Solo así el cristiano podrá comprender cómo “vive” el camino de la vida y cómo se prepara para la muerte: Se nace a este mundo para algo más; la existencia tiene un sentido que se entiende finalmente al alcanzar la plenitud con Dios. La fe, la oración, el encuentro con el Padre, la Buena Nueva de Jesús, son las herramientas que nos ayudan a comprender el sentido que tiene la muerte. Ellas nos ayudan a responder las preguntas que siempre rodean al hombre: ¿qué será de mí después? ¿Qué sentido tiene la vida para mí? ¿A dónde voy?
Vivir una vida de fe, una vida de esperanza, pero no por eso menos real, nos dice el cardenal Martini. Además, podemos extraer el llamado a experimentar el aquí y ahora desde la fe, viviendo como verdaderos cristianos, afrontando las preocupaciones del día a día, confiando en que todo tiene un sentido más profundo que, en mayor o menor medida, iremos captando a lo largo de nuestras vidas. Asimismo, ese encuentro, y superación, solo se logra a través de lo que significa para los cristianos la victoria final de Cristo sobre la muerte: esperanza de vida, de comprender que el paso sobre la tierra es importante, pero finalmente es una peregrinación hacia el Padre. Si somos constantes y firmes en nuestra fe ya, en la tierra, comenzamos a experimentar la plenitud de la Vida eterna. Así podremos entender que todas las situaciones que nos acontecen son una instancia para perfeccionarnos y crecer, y que solo podemos avanzar al amparo de Dios, hacia él y con él.
Dice el autor: no se vive para la muerte, sino para la vida, y esta desembocadura final está ligada a Alguien que viene a nuestro encuentro y garantiza nuestro futuro como pacto de alianza con él (…) La existencia es camino hacia una patria prometida que viene a nuestro encuentro como el misterio santo al cual confiarse y por el cual dejarse alcanzar y salvar.
Rodrigo Miranda Sánchez