La vida en familia es un camino plagado de opciones y decisiones, que debemos resolver confiando en la formación valórica que hemos recibido. Es un recorrido que impulsa a las personas a construir un proyecto de vida con otros y que no está exento de momentos difíciles. Y frente a ello, es claro que no hay fórmulas mágicas que se puedan aplicar para solucionarlo todo. Es por eso que “La aventura de la vida”, del padre Anselm Grün y la experta en relaciones familiares Magdalena Bogner, se convierte en una herramienta de apoyo, que nos permite comprender y reflexionar acerca de las distintas problemáticas que podemos encontrar a lo largo de la vida.
El libro está estructurado como una hoja de ruta, que parte desde los primeros síntomas del enamoramiento hasta la adultez de una pareja. Por ejemplo, hay capítulos que plantean temas concretos como la decisión de dejar la casa paterna, contraer matrimonio, la opción de tener hijos, la falta de ellos, el embarazo, el nacimiento y la fe familiar, junto a situaciones más complejas como lo son las crisis, el aborto, la violencia, la muerte, o las dificultades en la crianza y la educación. En ese aspecto, los autores entregan una perspectiva que acoge y no condena, y que complementan con historias tomadas de su labor con familias, a las que han brindado compañía, orientación y esperanza.
Además, cada capítulo incluye una invitación a la reflexión personal, en forma de “pasos para seguir avanzando”. De este modo, ambos autores enseñan como cada momento sirve de preparación para el siguiente. Si al comienzo del libro se abordaba el cómo una joven pareja podía comenzar el recorrido, hacia el final se avanza hacia temas como el envejecimiento o la relación entre padres e hijos en la madurez, lo que sirve para darnos cuenta cómo podemos apoyar y acoger a los jóvenes en sus primeros pasos en esta aventura, aprendizaje que se va cimentando a partir de la experiencia vivida y compartida en familia.
La realidad dice, y ha sido tema incluso de la exhortación papal Amoris Laetitia, que la “cultura de lo provisorio” afecta el ideal de crear una unión para siempre, que permita a una pareja crecer juntos y compartir el tiempo que tiene. El temor a un compromiso permanente y el individualismo llevan a los jóvenes a postergar el matrimonio y la paternidad. Frente a eso, “La aventura de la vida” nos invita a mirar la vida familiar como parte de un todo, que llama a la trascendencia y a la integración. También a ver la familia como una oportunidad de crecimiento y autodescubrimiento, que, para el cristiano, solo puede sostenerse en el tiempo a través de la espiritualidad que nos entrega Dios. En ese sentido, los autores afirman que cada fase en la vida familiar encierra oportunidades y desafíos específicos. Las dificultades que las rodean no deberían desalentar a las personas en su deseo de emprender esta aventura, por el contrario, a partir del continuo diálogo y la preocupación sincera por el otro, es posible perdurar, crecer juntos y formar un núcleo familiar con raíces fuertes y estables, que ayuden a madurar al ser humano.
Dicen los autores: recorrer esta senda significa no saber nunca con precisión lo que nos espera a la vuelta del camino. Significa atrevernos a enfrentar los gozos y los riesgos que conlleva el vivir; aceptar nuestras perspectivas pero también períodos oscuros, dejándonos llevar por la confianza que esta aventura vale la pena, pues despierta y robustece nuestras fuerzas y hace que crezca la alegría de dar y recibir.
Lo importante es que el libro nos entrega una invitación abierta para embarcarse en una aventura cuyo fin último conduce a la felicidad. Y cuyo caminar estará profundamente relacionado con la fuerza de las raíces que aportemos a esta unión. Raíces que, si están fundadas en la fe, permitirán afrontar las dificultades confiando en un Dios que siempre acompaña.