Las alturas sobresalientes de la Humanidad son los santos y los héroes, que como las torres de los templos o la bandera de la Patria que flamea, son los primeros y los últimos objetos que reciben y conservan la luz del sol. Sobre Lima se elevó santa Rosa como la creación y el tributo de un pueblo a su Dios, como símbolo de la virtud que debe practicar. Se elevó como el representante de sus sentimientos y como la esperanza de alcanzar el cielo. Los más de 500 años transcurridos no han alterado su memoria porque ésta vive en plenitud a través del tributo del culto externo, y que hoy más que ayer, continúa venerando los lugares por donde ella caminó.