Las Florecillas nos hablan a nosotros, hombres de hoy, que nos resistimos a una experiencia impersonal, numérica. Hombres prisioneros de nuestras propias conquistas científicas y técnicas que añoramos ese clima de sencillez y hasta de ingenuidad donde las ciencias, el poder y las riquezas materiales son “cosas de este mundo” al servicio de lo único necesario y absoluto: conocer, amar y servir a Dios, y gozarlo luego en la Vida Eterna.
Nuestra intención, al realizar esta versión popular, es simplemente ofrecer a nuestros hermanos, y en especial, a los jóvenes de nuestra patria, la oportunidad de adentrarse en la espiritualidad franciscana que encontramos en las Florecillas como en su primitivo manantial, a través del lenguaje y el estilo literario común.