Antonio iba comprendiendo poco a poco que entre mas sencillo era, mas fuerte crepitaba en el esa luz amorosa que es Dios. Meditaba así: No veo a los ángeles, pero ellos si me ven a mi sin dejar de ver al mismo tiempo a nuestro Padre de los Cielos. El mismo no deja nunca de verme… gracias a la fe, que tu me regalas Jesús, veo que naces en un pesebre y en lo mas intimo de mi, adentro de mi corazón. Por si fuera poco ya luego de voy a sabotear en mi Primera comunión. ¡ Que hambre! Porque el espíritu Santo en la Virgen María te dio un cuerpo como el mío, luego, la locura de tu amor te hizo alimentos: Pan y Vino transformados en tu Cuerpo y Sangre para nosotros. Inventaste la manera perfecta para permanecer entre tus hermanitos.