Querido Carlo, amigo de los niños y de los jóvenes, de los pobres y los enfermos, bendecimos al Señor por tu vida e intercesión, y a ti encomendamos nuestra vida, nuestros proyectos y nuestros sueños, y que la Eucaristía sea nuestra autopista al Cielo y nos dé la fuerza necesaria para el camino cotidiano. Que miremos a Jesús, despegando nuestros ojos de solo mirarnos a nosotros mismos, sin ver a los hermanos que sufren. De la mano de María, a quien amas con todo tu ser, confiamos en tu ayuda, para vivir nuestra originalidad para gloria de Dios.