El primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, que es el sujeto del trabajo.
La siguiente historia puede mostrar el sentido del trabajo:
“En una ciudad, a tres hombres que labraban la piedra en una plaza, les preguntaron un dia;
-Tú ¿ qué haces?
– Estoy picando piedras – contestó el primer hombre, sin levantar la vista.
– ¿ Y tú? – le preguntaron al segundo.
– Me gano el pan para mis hijos – fue su respuesta.
– Y tú ¿qué haces? – interrogaron al tercero.
– ¿Yo? – dijo sonriendo con su rostro iluminado, estoy construyendo una catedral”.
Esa es la idea. Que cualquier cosa que tú hagas trabajando, tengas el sentido de construir una catedral: tu propia vida o la vida de tu pueblo, tu pan cotidiano o el pan de los hombres, tu proyecto personal o el de Dios: su Reino.