La Presentación de la Santísima Virgen María (MO). Blanco.
Prefacio de la Virgen María.
Leccionario Santoral: Zac 2, 14-17; [Sal] Lc 1, 46-55; Mt 12, 46-50.
El Protoevangelio de Santiago ?obra apócrifa del siglo II?, nos dice que los padres de la Santísima Virgen la presentaron a Dios en el Templo de Jerusalén. Si bien sabemos que no hay certezas acerca de este hecho. Sin embargo, la tradición siempre ha postulado que María entregó toda su vida a Dios, desde temprana edad. Esta creencia alimenta aún nuestra fe, ya que es un ejemplo para que pongamos nuestras vidas en las manos del Señor.
Lectura del primer libro de los Macabeos.
En aquellos días: Los delegados del rey Antíoco, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para exigir que se ofrecieran los sacrificios. Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte. Entonces los enviados del rey fueron a decirle: «Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado por hijos y hermanos. Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Así tú y tus hijos serán contados entre los amigos del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos». Matatías respondió en alta voz: «Aunque todas las naciones que están bajo el dominio del rey lo obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para someterse a sus órdenes, yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres. El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos. Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda». Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista de todos, para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey. Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas, y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar. Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar. Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú. Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: «Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga». Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas. Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí.
Palabra de Dios.
Comentario: El sacerdote Matatías se convierte en el líder de su pueblo ante quienes, en nombre del rey, exigen apostatar de su fe: “Yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres”. Matatías no “renuncia” a su fe frente al poder de los que más bien pretenden esclavizarlo. Se escapa, y se dirige al desierto. Muchos lo siguen.
R. El que va por el buen camino verá al Señor.
El Dios de los dioses, el Señor, habla para convocar a la tierra desde la salida del sol hasta el ocaso. El Señor resplandece desde Sión, que es el dechado de toda hermosura. R.
«Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi Alianza con un sacrificio». ¡Que el cielo proclame su justicia, porque el Señor es el único Juez! R.
«Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altísimo; invócame en los momentos de peligro: Yo te libraré, y tú me glorificarás». R.
Aleluia. Escuchen la voz del Señor, no endurezcan su corazón. Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y vio la ciudad, se puso a llorar por ella, diciendo: «¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios».
Palabra del Señor.
Comentario: Nos encontramos que Jesús también llora. Llora por Jerusalén, su ciudad amada, que se había apartado del camino y no lo había reconocido como el enviado de Dios. Por estas líneas vemos una parte muy humana de Jesús. Cuántas veces podemos llegar a ser incomprendidos y poco valorados por quienes más amamos.