La jornada comenzó muy temprano. Peregrinos que desde las dos de la mañana esperan en la fila para entrar al recinto del Parque O’Higgins, mientras adentro los voluntarios pasaban la noche en vela con los preparativos. Familias con niños, jóvenes, religiosos y religiosas de Santiago y diferentes regiones de Chile. Argentinos, Colombianos, Venezolanos, Peruanos y Haitianos también hacían acto de presencia, en el primer evento masivo del Papa en Chile.
Al final fuimos más de 400,000 los que nos reunimos con Francisco. Los que muy temprano vimos en las pantallas gigantes el video con el himno oficial de la visita, Mi paz les doy, y más tarde escuchamos la actuación en vivo de Fernando Leiva, que fue a entregar un poco de calor para entibiar la fría madrugada. A las seis de la mañana aún habían colas de peregrinos esperando para entrar, caminando por Beaucheff o Rondizzoni para llegar a las puertas de acceso. Y adentro la gente sentada en el pasto, caminando por los diferentes sectores, esperando.
Llegaron las 08:00 y el primer anuncio: el Papa se dirigiría desde la Nunciatura hasta la Moneda, para encontrarse con la Presidenta y representantes de la sociedad civil. El corral de prensa ya estaba lleno, y los reporteros gráficos que no pudieron subir a la tarima destinada a ellos, buscaban el mejor lugar para instalar sus cámaras. Se encendieron las pantallas y pudimos ver a Francisco en la Moneda, diciendo la frase que gatilló los primeros aplausos: “no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza, vergüenzaque siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir”.
Luego, las pantallas mostraron a Francisco saliendo del Palacio de Gobierno. Las cámaras lo seguían en su trayecto hasta que llegó al parque. El movimiento de los voluntarios y las carreras de carabineros dieron la señal: ¡el Papa estaba aquí! Todos expectantes, mirando por qué lado vendría el papamóvil, nos preparamos para compartir el momento. Se activaron las cámaras, los despachos, las canciones, los aplausos y los gritos de la gente: el Papa recorrió todos los accesos saludando, sonriendo y transmitiendo esa paz que venía a regalarnos.
SER AGENTES DE LA PAZ
Comenzó la misa. Entre los actos simbólicos que realizó en la liturgia, el Papa coronó a la Virgen del Carmen, de la misma forma que lo hizo Juan Pablo II en el Templo Votivo de Maipú durante su visita de 1987. En la misa se entonaron cánticos en castellano, pero también en rapanui y mapuche e incluso se utilizaron instrumentos de esta última etnia. El Papa saludó y abrazó a representantes de estas culturas, y también huasos y cuasimodistas que participaron en la misa.
El evangelio abordó a las bienaventuranzas. Y en ese punto, el Papa fue claro: “las bienaventuranzas nacen del corazón compasivo de Jesús que se encuentra con el corazón compasivo y necesitado de compasión de hombres y mujeres que quieren y anhelan una vida bendecida; de hombres y mujeres que saben de sufrimiento; que conocen el desconcierto y el dolor que se genera cuando «se te mueve el piso» o «se te inundan los sueños» y el trabajo de toda una vida se viene abajo; pero más saben de tesón y de lucha para salir adelante; más saben de reconstrucción y de volver a empezar”. Y evocando la experiencia de los chilenos en ese tipo depor situaciones, dijo: “¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar; cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes! ¡A ese corazón apela Jesús; para que ese corazón reciba las bienaventuranzas!”.
Y Francisco exhortó a los presentes a trabajar por la paz: “la bienaventuranza nos hace artífices de paz; nos invita a comprometernos para que el espíritu de la reconciliación gane espacio entre nosotros. ¿Quieres dicha? ¿Quieres felicidad? Felices los que trabajan para que otros puedan tener una vida dichosa. ¿Quieres paz?, trabaja por la paz”.
Pero construir la paz desde la justicia, recordando al cardenal Raúl Silva Henríquez: “No puedo dejar de evocar a ese gran pastor que tuvo Santiago cuando en un Te Deum decía: «“Si quieres la paz, trabaja por la justicia” … Y si alguien nos pregunta: “¿qué es la justicia?” o si acaso consiste solamente en “no robar”, le diremos que existe otra justicia: la que exige que cada hombre sea tratado como hombre”.
Construir paz y justicia es la tarea que Francisco transmitió a los chilenos en el Parque O’Higgins. Construir una paz que nos mueva a dejar la indiferencia, a acoger al que ha llorado, al afligido, al paciente. A dejar la resignación que nos impide ver el sufrimiento de los otros. Esa es la gran enseñanza que nos dejó el primer encuentro con el Santo Padre en Chile.
Rodrigo Miranda Sánchez
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