El viernes 24 de enero, se dio a conocer en Roma el mensaje del Santo Padre para la LIV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que este año se celebrará en muchos países el domingo 24 de mayo, solemnidad de la Ascensión del Señor.
A lo largo de cinco puntos el Pontífice explica la importancia de los relatos que deben estar a la altura de la humanidad a la que Jesús la elevó, puesto que “toda historia humana tiene una dignidad que no puede suprimirse”. Y añade que “no hay historias humanas insignificantes o pequeñas”, porque “después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, de alguna manera, historia divina”.
En el documento, Francisco nos recuerda que el hombre es un ser narrador, deseoso de alimentarse de buenas historias, de relatos que construyan y que lo ayuden a encontrar las raíces y la fuerza para avanzar. Pero también afirma que cada individuo es un ser en realización, que se descubre y enriquece en las tramas de sus días. “Los relatos nos enseñan; plasman nuestras convicciones y nuestros comportamientos; nos pueden ayudar a entender y a decir quienes somos”, sostiene.
En ese sentido, el Papa reivindica el valor de las buenas historias, aquellas que nos ayudan a encontrar las motivaciones heroicas que nos sirven para enfrentar los retos de la vida. “En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros”, explica en el mensaje.
A su juicio, mientras que las historias utilizadas con fines instrumentales y de poder tienen una vida breve, una buena historia es capaz de trascender los límites del espacio y del tiempo. “En una época en la que la falsificación es cada vez más sofisticada y alcanza niveles exponenciales (el deepfake), necesitamos sabiduría para recibir y crear relatos bellos, verdaderos y buenos”, dice. En su opinión, solo la paciencia y el discernimiento nos ayudan a redescubrir aquellas historias que sacan a la luz la verdad de lo que somos.
“El mismo Jesús hablaba de Dios no con discursos abstractos, sino con parábolas, narraciones breves, tomadas de la vida cotidiana. Aquí la vida se hace historia y luego, para el que la escucha, la historia se hace vida: esa narración entra en la vida de quien la escucha y la transforma”, señala.
Por lo tanto, no se trata, pues, de seguir la lógica del storytelling, ni de hacer o hacerse publicidad, sino de rememorar lo que somos a los ojos de Dios, de dar testimonio de lo que el Espíritu escribe en los corazones, de revelar a cada uno que su historia contiene obras maravillosas.
Tras reafirmar que la Sagrada Escritura “es una Historia de historias”. Francisco escribe que “a través de su narración Dios llama a las cosas a la vida y, como colofón, crea al hombre y a la mujer como sus interlocutores libres, generadores de historia junto a Él”. Y recuerda que “no nacemos realizados, sino que necesitamos constantemente ser ‘tejidos’ y ‘bordados’”; porque “la vida nos fue dada para invitarnos a seguir tejiendo esa ‘obra admirable’ que somos”.
Y en este sentido, el Pontífice destaca que la Biblia “es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad”, en cuyo centro está Jesús, dado que “su historia lleva al cumplimiento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios”.