¿Se acuerdan que hace unos meses les contamos lo que era la Octava de Navidad? Pues ahora nos encontramos viviendo un tiempo similar, que comienza con la Resurrección del Señor y que busca prolongar la alegría y el gozo que nos da Jesucristo al vencer a la muerte y al pecado.
Entonces, con el Domingo de Resurrección comienzan los cincuenta días del tiempo pascual que concluye con la Solemnidad de Pentecostés. Y también inicia lo que se conoce como la Octava de Pascua, vale decir, ocho días seguidos en los que se sigue recordando el júbilo del Domingo de Pascua. En esos días, las lecturas evangélicas se centran en los relatos de las apariciones del Resucitado, enfatizando la experiencia que los apóstoles tuvieron de Cristo Resucitado. En este tiempo litúrgico, la primera lectura que comúnmente se toma del Antiguo Testamento, se cambia por una de Los Hechos de los Apóstoles. La octava termina el segundo domingo de Pascua, cuando se conmemora el Domingo de la Divina Misericordia.
Celebrar la octava de Pascua es afirmar que la Pascua no termina; que traspasa los días y los años y que Jesús sigue presente entre nosotros. Los invitamos a vivir estos días con fe, anunciando que Cristo ha resucitado y somos sus testigos.