Nuestro Señor Jesucristo
Sumo y eterno Sacerdote (F). Blanco.
Gloria. Prefacio de la santísima Eucaristía.
Reseña
Se celebra el jueves posterior a Pentecostés. Su comienzo se remonta a principios del siglo XX ya que en algunos misales de la época encontramos como misa votiva. Aunque no figura aún hoy en el calendario de la Iglesia católica, se ha ido extendiendo por muchos países, comenzando por España en 1973. En Chile tiene la categoría de fiesta y cuenta con textos propios para la misa y para el Oficio. En muchas diócesis se celebra, en este día, la Jornada de santificación de los sacerdotes.
LECTURA Is 52, 13?53, 12
Lectura del libro de Isaías.
Mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. Así como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano, así también él asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído. ¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído y a quién se le reveló el brazo del Señor? Él creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros. Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca. ¡El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes, y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables. Palabra de Dios.
Comentario: Los evangelistas ven en este texto, del Siervo de Yahvéh, a Jesús de Nazaret. En este caso el “siervo” es la persona sometida o entregada a los demás. Jesucristo y, a su imagen, los diáconos, sacerdotes y obispos están consagrados a Dios para “servir” a porción (diócesis, parroquia, comunidad) del pueblo que Dios le ha confiado. Señor, no dejes faltar tu Espíritu a todos ellos.
O bien: Heb 10, 12-23.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Cristo, en cambio, después de haber ofrecido por los pecados un único Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios, donde espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies. Y así, mediante una sola oblación, él ha perfeccionado para siempre a los que santifica. El Espíritu Santo atestigua todo esto, porque después de haber anunciado: Esta es la Alianza que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Yo pondré mis leyes en su corazón y las grabaré en su conciencia, y no me acordaré más de sus pecados ni de sus iniquidades. Y si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos ninguna otra oblación. Por lo tanto, hermanos, tenemos plena seguridad de que podemos entrar en el Santuario por la sangre de Jesús, siguiendo el camino nuevo y viviente que Él nos abrió a través del velo del Templo, que es su carne. También tenemos un Sumo Sacerdote insigne al frente de la casa de Dios. Acerquémonos, entonces, con un corazón sincero y llenos de fe, purificados interiormente de toda mala conciencia y con el cuerpo lavado por el agua pura. Mantengamos firmemente la confesión de nuestra esperanza, porque aquel que ha hecho la promesa es fiel. Palabra de Dios.
SALMO Sal 39, 6. 9. 10-11
R. ¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad!
¡Cuántas maravillas has realizado, Señor, Dios mío! Yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón. R.
Proclamé gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, Tú lo sabes, Señor. R.
No escondí tu justicia dentro de mí, proclamé tu fidelidad y tu salvación. R.
ALELUIA Is 42, 1
Este es mi servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones.
EVANGELIO Lc 22, 14-20
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Llegada la Hora de pasar de este mundo a su Padre, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: «He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios». Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes. Palabra del Señor.
Comentario: La celebración de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote se fundamenta en la institución de la eucaristía de Lucas. En forma anticipada e incruenta, en la Última Cena Jesús se entrega él mismo al Padre y ordena hacer lo mismo a quienes serán sus sucesores que, como él, buscarán entregarse hasta la muerte por los demás.