La celebración de hoy es toda una alabanza a Cristo, rey del universo, rey de los
corazones: un rey que no excluye a nadie y quiere salvar a todos con la fuerza de su
amor misericordioso.
Hoy pedimos perdón: por no haber servido a Jesús, rey clemente y compasivo;
por no atender a su presencia amorosa; por no trabajar con tesón por su reino de
amor, justicia y paz.
Primera lectura: 2 Samuel 5, 1-3.
La elección de David, como rey de Israel, es figura de la realeza de Cristo, rey del
nuevo Israel de Dios.
Segunda lectura: Colosenses 1, 12-20.
Pablo ensalza la amorosa elección con la cual Dios nos llama a participar del reino
de su Hijo; a la vez que proclama la primacía de Cristo sobre todas las criaturas.
Evangelio: Lucas 23, 35-43.
Jesús es crucificado, es el Siervo de Dios, es el Mesías prometido, pero desconocido
e insultado por las autoridades políticas y religiosas. Le toca a un ladrón
confesar que Jesús es rey.
El ofrecimiento del pan y del vino, quiere simbolizar hoy nuestra generosa e incondicional
entrega a trabajar por el adviento del Reino: iVenga a nosotros tu Reino!
En nuestra comunión con Cristo Rey, pedimos que sea fuerza para seguirlo aquí
en todo y gozarlo un día en su reino glorioso.
Vayamos alegres y esperanzados a anunciar y a trabajar para que se haga realidad
el Reino de Cristo: reino eterno y universal; reino de verdad, vida, de santidad
y de gracia, de justicia, amor y paz.