Nuestra Señora de los Dolores (MO). Blanco.
Secuencia (optativa). Prefacio propio de santa María Virgen.
Leccionario Santoral: Heb 5, 7-9; Sal 30, 2-6. 15-16.20; Jn 19, 25-27 (o bien: Lc 2, 33-35).
Día nacional de los enfermos.
Reseña
En este día se hace memoria de los dolores que la Virgen María, como madre de Jesús, cumpliéndose así la profecía de Simeón (Lc 2, 34): la persecución de Herodes y la huida a Egipto; el extravío en el Templo; el juicio, crucifixión y muerte; la sepultura. La Congregación de los Siervos de la Virgen o servitas, iniciaron esta devoción mariana, a mediados del siglo XIII. Recién en el año 1913 se fijó, en forma definitiva, el 15 de septiembre como la fecha para su celebración.
LECTURA 1Tim 3, 1-13
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: El que aspira a presidir la comunidad desea ejercer una noble función. Por eso, el que preside debe ser un hombre irreprochable, que se haya casado una sola vez, sobrio, equilibrado, ordenado, hospitalario y apto para la enseñanza. Que no sea afecto a la bebida ni pendenciero, sino indulgente, enemigo de las querellas y desinteresado. Que sepa gobernar su propia casa y mantener a sus hijos en la obediencia con toda dignidad. Porque si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar la Iglesia de Dios? Y no debe ser un hombre recientemente convertido, para que el orgullo no le haga perder la cabeza y no incurra en la misma condenación que el demonio. También es necesario que goce de buena fama entre los no creyentes, para no exponerse a la maledicencia y a las redes del demonio. De la misma manera, los diáconos deben ser hombres respetables, de una sola palabra, moderados en el uso del vino y enemigos de ganancias deshonestas. Que conserven el misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se los pondrá a prueba, y luego, si no hay nada que reprocharles, se los admitirá al diaconado. Que las mujeres sean igualmente dignas, discretas para hablar de los demás, sobrias y fieles en todo. Los diáconos deberán ser hombres casados una sola vez, que gobiernen bien a sus hijos y su propia casa. Los que desempeñan bien su ministerio se hacen merecedores de honra y alcanzan una gran firmeza en la fe de Jesucristo. Palabra de Dios.
Comentario: No alcanzan los buenos deseos, menos las ambiciones personales para poder asumir la conducción de una comunidad eclesial. Quienes se postulen, o sean elegidos, deben ser irreprochables, sobrios y pacíficos. Estos son algunos de los criterios que entrega Pablo a Timoteo, y que son válidos aún hoy.
SALMO Sal 100, 1-3. 5-6
R. ¡Procederé con rectitud de corazón!
Celebraré con un canto la bondad y la justicia: a ti, Señor, te cantaré; expondré con sensatez el camino perfecto: ¿cuándo vendrás en mi ayuda? R.
Yo procedo con rectitud de corazón en los asuntos de mi casa; nunca pongo mis ojos en cosas infames. Detesto la conducta de los descarriados. R.
Al que difama en secreto a su prójimo lo hago desaparecer; al de mirada altiva y corazón soberbio no lo puedo soportar. R.
Pongo mis ojos en las personas leales para que estén cerca de mí; el que va por el camino perfecto es mi servidor. R.
Secuencio (optativa)
Se encontraba la Madre dolorosa junto a la cruz, llorando, en que el Hijo moría, suspendido. Con el alma dolida y suspirando, sumida en la tristeza, que traspasa el acero de una espada. Qué afligida y qué triste se encontraba, de pie aquella bendita Madre del Hijo único de Dios. Cuánto se dolía y padecía esa piadosa Madre, contemplando las penas de su Hijo. ¿A qué hombre no hace llorar el mirar a la Madre de Cristo en un suplicio tan tremendo? ¿Quién es el que podrá no entristecerse de contemplar tan sólo a esta Madre que sufre con su Hijo? Ella vio a Jesús en los tormentos, sometido al flagelo, por cargar los pecados de su pueblo. Y vio cómo muriendo abandonado, aquél, su dulce Hijo, entregaba su espíritu a los hombres. Madre, fuente de amor, que yo sienta tu dolor, para que llore contigo. Que arda mi corazón en el amor de Cristo, mi Dios, para que pueda agradarle. Madre santa, imprime fuertemente en mi corazón las llagas de Jesús crucificado. Que yo pueda compartir las penas de tu Hijo, que tanto padeció por mí. Que pueda llorar contigo, condoliéndome de Cristo todo el tiempo de mi vida. Quiero estar a tu lado y asociarme a ti en el llanto, junto a la cruz de tu Hijo. Virgen, la más santa de las vírgenes, no seas dura conmigo: que siempre llore contigo. Que pueda morir con Cristo y participar de su pasión, reviviendo sus dolores. Hiéreme con sus heridas, embriágame con la sangre por Él derramada en la cruz. Para que no arda eternamente defiéndeme, Virgen, en el día del Juicio. Jesús, en la hora final, concédeme, por tu madre, la palma de la victoria. Cuando llegue mi muerte, yo te pido, oh Cristo, por tu madre, alcanzar la victoria eterna.
ALELUIA Lc 7, 16
Aleluia. Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo. Aleluia.
EVANGELIO Lc 7, 11-17
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores». Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, Yo te lo ordeno, levántate». El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo». El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina. Palabra del Señor.
Comentario: Una madre ha perdido a su único hijo. Un dolor similar al de María. Pero aparece Jesús en el camino y lo resucita, devolviendo la alegría a aquella madre. Este hecho muestra a Jesús como el Salvador y la vida que triunfa sobre la muerte (Cfr. Jn 11, 25-27).