Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América (F). Blanco.
Gloria. Prefacio de la Virgen María.
Reseña
En el año 1531, la Virgen María se le apareció al indio Juan Diego, en el cerro Tepeyác, en México. La Virgen llamó a Juan Diego: “Hijo mío, el más pequeño”, y le confió su deseo de quedarse en ese lugar: “Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa Madre…”. Como signo de este deseo, la imagen de María quedó dibujada en el manto donde Juan Diego había recogido unas rosas del cerro.
El Señor habló a Ajaz en estos términos: “Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas”. Pero Ajaz respondió: “No lo pediré ni tentaré al Señor”. Isaías dijo: “Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?. Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel, que significa Dios está con nosotros».
Palabra de Dios.
Comentario: Ésta es una de las profecías más importantes de la Biblia. Cuando se escribe responde a un signo que el rey Ajaz no desea recibir, porque él no está dispuesto a cambiar el plan de acuerdos que había firmado con Siria. Es además la profecía del nacimiento del Emmanuel (Dios con nosotros), mostrando cómo Dios interviene por la salvación del mundo.
R. ¡Que todos los pueblos te den gracias, Señor!
El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones. R.
Que todos los pueblos te den gracias! Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra. R.
La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice. Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra. R.
Aleluia. «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador». Aleluia.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor». María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz».
Palabra del Señor.
Comentario: Luego del anuncio del Ángel, María partió sin demora a la casa de Isabel. Llevaba consigo la “alegría” de la visita del Ángel. Llegará a exclamar: “Mi alma canta la grandeza del Señor…”. Y a su vez, con el deseo de “confirmar” lo sucedido en ella y en Isabel. Y todo se aclara en el recibimiento de su prima: “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?”