En su primer saludo a la diócesis, el recientemente nombrado obispo de Copiapó, padre Ricardo Morales Galindo, agradeció al Papa Francisco por la labor encomendada, manifestando que “le he dicho sí al Papa, pues tengo la certeza que ningún bautizado puede restarse de la misión que Cristo nos encomienda, reconociendo nuestras deficiencias, el Señor nos invita a todos a dar siempre lo mejor que tenemos, pues a sus ojos “hasta un vaso de agua” no queda sin ser valioso para Él”.
También agradeció por su labor al padre Jaime Pizarro, administrador diocesano, para quien pidió “que el Señor sepa bendecirlo por la generosidad y entrega que ha desplegado por anunciar el Evangelio”.
Dirigiéndose a los miembros de la comunidad, dijo que cuenta con cada uno de ellos para desempeñar su labor, la que espera realizar desde el servicio más humilde a los hermanos.
“Como religioso mercedario, hijo de la Virgen de la Merced, deseo humildemente acercarme al desierto Atacameño, con esa luz de Cristo que lleva la Virgen de La Candelaria, siendo instrumento de la Buena Noticia de Jesús, de ese Evangelio que anunció un mercedario en el valle de Copiapó acompañando a Diego de Almagro en 1536. A todos ustedes me debo, por ustedes me he consagrado sacerdote, pues no hay mayor alegría en el corazón humano, que entregarse por los demás, pues siempre es más lo que recibimos que lo que entregamos. Hoy Jesús nos reclama ser esa Iglesia que nos señalaba el Papa Francisco en su carta a la Iglesia en Chile: Una Iglesia que “con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, no busca encubrir y disimular su mal, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene un nombre: Jesucristo””, indicó.
“Vivimos en nuestra patria tiempos dolorosos y complejos, la pandemia que nos azota ha golpeado y lo seguirá haciendo a muchas familias, la tristeza, el miedo y la inquietud se ciernen sobre nosotros, sin embargo, como nos recordó el Papa Francisco hace poco: …tenemos que “abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza”. Ese abrazo a Cristo nos llevará a seguir profundizando la vivencia del Amor, tendremos que seguir haciendo de manifiesto que la caridad es el distintivo de los discípulos de Jesús, en aquellos hermanos que están sufriendo por la muerte de un ser querido, o por la perdida de su trabajo”, agregó.
En ese sentido, el obispo pidió a los fieles rezar por él para ser “un servidor que esté siempre atento a sus necesidades”. Finalmente, invocó la protección de la Virgen de la Candelaria, para que lo “ayude en la tarea que me encarga su Hijo Jesús en la Diócesis de Copiapó, que haga crecer mi corazón en el servicio y la entrega, que nos transforme con la fuerza del Espíritu Santo, en testigos creíbles de la Buena noticia de Jesús”.