Este jueves Santo, el Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Santiago, presidió la Eucaristía de Semana Santa, en la que los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación.
En su homilía, el obispo Aós los llamó a preguntarse: “¿Amo a mis feligreses? ¿Amo a la Iglesia? ¿Cómo hablo de ellos? ¿Cómo los trato? ¿Hago de mi parroquia grupos de amigos?”.
Luego expresó: «Hermanos sacerdotes, hoy, Jueves Santo, es día de alegría y fiesta, pero también es día de oración (…) Hay heridas en nuestro corazón, hay heridas en nuestra convivencia, hay heridas en nuestra Iglesia. Solos no vamos a poder. Hagamos lo que podamos y pidamos a Dios fuerza para lo que no podemos”, dijo, refiriéndose a una forma de oración de san Francisco de Asís: “Señor, lo que no soy capaz de perdonar hoy, ayúdame para que un día sea capaz de perdonarlo”.
Dirigiéndose a los fieles les pidió: «Ayúdennos a los sacerdotes a amar, a ser sacerdotes, con sus felicitaciones y con sus críticas, con su colaboración, porque la parroquia, la diócesis no es de un administrador apostólico, ni de los obispos o del párroco. Somos todos y todos tenemos que colaborar en esta Iglesia, Ayúdennos con sus oraciones. Queremos ser buenos sacerdotes, queremos ser buenos sacerdotes«.
Al final de la celebración, el obispo bendijo los aceites sagrados. El Óleo de los enfermos, para llevar alivio en los dolores y fortalecer la fe de ancianos y enfermos; el Óleo de los Catecúmenos, para ungir a los que van a recibir el Bautismo, y el Crisma para ungir a los confirmandos, a los nuevos sacerdotes, nuevos obispos y los muros de los templos cuando son consagrados al servicio de la liturgia.